“
Defacementis a type of vandalism that involves damaging the appearance or surface of
something. The object of damage may be architecture, books, paintings, sculpture
or other forms of art.
Examples of
defacement include:
Marking or removing the part of an object
(especially images, be they on the page, in illustrative art or as a sculpture)
designed to hold the viewers' attention
Scoring a book cover with a blade
Splashing paint over a painting in a
gallery
Smashing the nose of a sculpted bust
Iconoclasm
led to the defacement of many religious artworks.
“
d e _ f a c i a l i z a c i ó n
La estrategia del “defacement”
(literalmente, desfiguración) es desde hace ya unos años una de las más
fértiles en el arte contemporáneo que orbita en torno a lo que algunos llaman “altermodern”, en
consonancia con la atmósfera de una época incapaz de esbozar las trazas de un
futuro radicalmente nuevo, y así suspendida en un limbo hipercronológico en el que los
acontecimientos desordenan su disposición conforme a la lógica incierta de la ucronía: la permutación de imágenes del
pasado descontextualizadas, fragmentadas, reducidas a reminiscencia de utopías
y seducciones marchitas, y mistificadas como poseedoras de los incómodos
secretos de lo inconsciente común.
El zeitgeist que sugiere esta iconología para nuestro tiempo no es
estrictamente retro, sino más bien espectral,
como si nuestra civilización se sintiese encerrada en una habitación sin luz y
cuya salida no fuese posible sin la resolución previa de alguna extraña culpa
colectiva: el retro contemporáneo se sitúa en las antípodas de la nostalgia por
las felices ensoñaciones humanistas, y su estética parece recrearse en el
descuartizamiento del cadáver del capitalismo aka modernidad burguesa, una desapasionada teratología
nihilista que cruza lo monstruoso con lo
incierto y lo insignificante mediante el ejercicio del vandalismo sobre algunas
de sus imágenes más candorosas. Más allá de la posmodernidad, el historicismo
se transubstancia en vanguardia mediante la contemplación paisajística de su propia deflagración; el cometido del artista se reduce
a testimoniar y notificar los sucesivos estadios de la consiguiente putrefacción. La
espectrología del retro es quizás el penúltimo estertor antes de la anunciada “muerte del arte”, o un intento final de
insuflar vida a lo que un día fue su sustancia mediante el ejercicio de la
taxidermia., la momificación ceremonial de imágenes disecadas, cacofonía de simbolizaciones explícitas e implícitas.
Entre la cirugía y la autopsia,
los artistas que investigan esa dirección (la violencia formal contra imágenes
flotantes extraídas casi aleatoriamente de la semiosfera global) han propiciado
una corriente mórbida y desconcertante, de indudable impacto por la rotundidad
con la que difuminan las fronteras entre anonimato, memoria, prejuicio y
persona: destrozando sistemáticamente imágenes recibidas hasta obtener en ellas
el Monstruo que escondían como latencia, el lenguaje del “defacement” resulta más desconcertante cuanto más recurre a estampas
edulcoradas para convertir en venenosa subtextualidad lo que parecía sacarina
en su epidermis. Son constantes las apelaciones a la condición material y
física de las imágenes, a las colisiones de rangos cromáticos incomposibles, al
contraste chirriante, la fealdad, la neutralidad, la impersonalidad, las
geometrías absurdas y las aristas vivas, la desafección por las cuestiones
compositivas, el desvanecimiento de toda trascendencia, justicia o belleza. El resultado de esta conjugación es un cementerio de postales donde fotogramas de happy endings e iconemas de felicidad publicitaria se pierden su ser" hasta instituirse en indolente exibición de atrocidades. Cadáveres exquisitos de cianuro y naftalina.
Estos artistas que traigo pueden
ser leídos también como la escritura iconográfica del ideario inerte del Bloom
y su problemática tensión con identidad y memoria: estampas desfiguradas que,
en la tradición sacrílega de los iconoclastas profanadores de Imágenes, desencadenan
el des-encanto de los fetiches estéticos pop a través del
enrarecimiento de sus atmósferas, la despersonificación
de sus máscaras, la supresión de lo imprescindible. Un extraño coqueteo oblicuo
con el “devenir imperceptible”, el borrado de los clichés sobre “lo humano”
como gesto de resistencia contra la cultura panóptica que demoniza el burka porque conjura con todas sus fuerzas lo que
pueda esconder debajo. El defacement puede ser la síntesis entre camuflaje y des-velamiento.
Des-facialización, el desmontaje del rostro, y con él del nombre propio.
ariel chiesa
-----
Chris Brodahl
-----
eva eun-sil-han
-----
john stezaker
-----
joost stokhof
-----
lennard kok
-----
luis dourado
-----
marlo pascual
-----
maurizio anzeri
-----
monika traikov
-----
... y 1001plateaus :-)
... y 1001plateaus :-)
http://youtu.be/2iUGfURqyhs
ResponderEliminar-x-
-x- eres la pura encarnación del Bloom. Un vídeo muy sugerente. Echaba de menos tus sugerencias. Y recuerdo ésta con especial agrado. Tks!
ResponderEliminarhttp://youtu.be/eIri9YLHpOg