Rizoma vs Estado
a.k.a.
máquina revolucionaria vs. ritual liminal
( ( (observer, erre que erre con este tedioso debate) ) )
) ) ) ilustrado con esculturas de Tinguely ( ( (
No merece la pena que incida
sobre el rumbo que han ido tomando últimamente los grupúsculos supervivientes
de las cenizas del #15M, pues ya he
tenido suficientes encontronazos dialécticos con ellos (propiciados, sobre
todo, por comentarios que hecho en los blogs del ramo) como para seguir
creyendo que están dispuestos a poner en entredicho su cerrazón. Están haciendo
cosas muy interesantes y creativas, y pese a que personajes como Ada Colau me
huelen a chamusquina, y aunque casos como el del desahucio de Aurelia darían
para reflexiones metodológicas muy severas, supongo que lo mejor es alegrarse
de su animosidad y activismo, la energía con la que mantienen viva una llama
reformista tan precaria que es mejor no azuzarla demasiado a riesgo de que
marchite. Respect para archipiélago #Occupy y todo lo que hacen, faltaría más.
Sin embargo, ayer llegué vía
facebook a este
artículo (ya añejo: de hace casi un año, la prehistoria en los tiempos que corren)
y no puedo evitar posicionarme muy críticamente contra lo que aquí se afirma,
porque bajo el brillo de una ensalada retórica aparentemente solvente se atisba una deriva
terriblemente peligrosa que los acólitos del movimiento no parecen advertir,
pero que como ya he dicho en innumerables ocasiones me parece el principal
motivo por el que no terminó de cuajar en una revolución eficiente: me refiero
a su posición respecto al Estado,
que nunca han sido capaces de aclarar y que les ha condenado a un “limbo” de
ambigüedades y vaguedades que los incapacita para el ruedo político que
pretenden rehabilitar. Y en ese sentido, lo que se dice en el artículo en
cuestión me parece de una torpeza inaceptable, su lectura me ha enfurecido
hasta el punto de impelerme a escribir este post tan intempestivo. Procuraré
mantener la calma y no ser excesivamente virulento en mi exposición, pero el
tema es muy delicado y creo que el 15M debería matizar con una sutileza
infinitamente mayor su postura respecto a los grandes temas en liza, y dejarse
de una vez de jueguecitos pueriles mal razonados y pésimamente expresados con
la excusa de las mani/fiesta/acciones posmodernas y su infantilización del
espontaneismo y “lo irracional” como
argumentos comodín para todo tipo de rotos y descosidos. Sorprende que no hayan sabido anticipar que sus ambigüedades les haya conducido al problema que algunos arquitectos debaten aquí, y que muchos llevamos advirtiendo ya mucho tiempo.
En el grotesco artículo "El aparato de guerra nómada del 15M" que
enlazo, tras toda una pasmosa retahíla de desfiguraciones del deleuzianismo,
terminan por caer en el más espantoso bochorno cuando mencionan con una
desfachatez inaudita al “Estado de Rajoy”,
proposición de una indecencia máxima y que me tomo como ignominioso insulto a
nuestra inteligencia: si ni siquiera son capaces de identificar las estructuras Gobierno y Estado como figuras diferentes,
su discurso queda reducido a una absurda acumulación de palabritas desvirtuadas
de su sentido original, que parecen dar cuenta de una revolucioncita literaria
y de salón que ni siquiera sus promotores alcanzan a comprender. Una cosa es el
ejercicio de sabotaje en el metro como queja frente a las subidas de tasas, y
otra bien diversa pretender instituirse en “máquina
de guerra contra el aparato estatal” porque, para empezar, no tienen la más
remita idea de lo que están diciendo, pues ni siquiera han aclarado aún cuál es
el dispositivo que quieren desactivar. No
saben a qué llaman “estado” y por eso esta retórica barata me resulta tan
peligrosa, pues terminan por convertirse en un populismo de nuevo cuño que, en el fondo, rema en la dirección de
los intereses de los neoliberales. ¡Cuántas reprimendas no me han caído por
atreverme a sugerir que los seguidores más cegados de D&G están haciendo el
trabajo sucio a los neocon desreguladores! Y sin embargo, los hechos no dejan
de darme la razón. ¿El “Estado de Rajoy”?
¿Pero de qué narices estáis hablando? ¿A qué estamos jugando? Seamos un poco
serios y no tomemos el nombre de D&G en vano por favor, esta “guerra” va
muy en serio y una torpeza de tal calibre funciona como un tiro en la propia
sien. ¿Contra qué acampáis realmente?
O mejor dicho, ya que os definís como anti hegelianos (o eso decís, sin haber
dedicado ni un par de minutos a meditarlo) ¿a favor de qué acampáis? Tantas veces lo he preguntado como calladas he obtenido por respuesta. Game Over.
Convendría para empezar debatir
abiertamente las diferentes direcciones esbozadas respectivamente por Hollande, Siriza y el Movimiento 5
Stelle, que no tienen nada en común entre sí más allá de una muy difusa oposición a
“la austeridad”, y su colateral confirmación de que es imposible (al menos en
los términos actuales) hacer política desde el anonimato y en ausencia de
líderes carismáticos. Sería también conveniente reflexionar sobre hasta qué
punto las metodologías de activismo que proponen los gurús del 15M (fundamentalmente, una idea de
la “acción” heredada de los
situacionistas) es consistente con la crítica
de la representación tan crucial a D&G…Y ese es precisamente la que
creo errata fundamental del movimiento: su estetización
de la acción política, la fabricación de una épica y una heroica
revolucionarias que se da de tortas con el radical inmanentismo materialista de
sus pensadores de cabecera: muy probablemente, el 15M se ha desvanecido como pura trama de representaciones sin
sustancia capaz: aceptar que el ajedrez político se ha virualizado como hiper-realidad simulada sin duda llevaría al movimiento a derroteros bien diferentes a los actuales. Algún deleuziano me reprochará que la “crítica de la
representación” de la que hablo se refería en Dif./Rep. a otro tipo de
instancias, pero IMHO no es así: todo el pensamiento de Deleuze está atravesado
por el pragmatismo y la facticidad, aunque me abstengo de presuponer cómo
valoraría él nuestros intercambios de cromos revolucionarios en Facebook y
Twitter. Aquellos polvos trajeron estos lodos, y la confusión de conceptos de
partida termina en mixtificaciones tan pésimas como las del artículo que enlacé
arriba, intolerable minusvaloración de los acontecimientos que olvida que el paradigma D&G no es el teatro, sino la fábrica.
En este contexto, el único aporte
afirmativo (positivo) que puedo hacer es reflexionar sobre el concepto de
Estado, la gran cojera ideológica del 15M y el ingrediente por excelencia de la
cocina geopolítica contemporánea: vuelvo a decir que lo que vivimos es una
crisis de los Estados, de su estructura y forma, sus competencias, su
pertinencia, su viabilidad. Todo lo demás es ruido, pues los grandes actores
del ruedo del poder de hoy (estados,
mercados y ciudadanía, por simplificarlo en términos comprensibles) están
inmersos en una turbulenta redefinición del Pacto Social que rige la
convivencia, y de cuyo trenzado dependen los asuntos más graves con los que lo
político repercute sobre nuestra vida cotidiana. Desde esa óptica, si el 15M se
posiciona como afín a Deleuze, deberían ser conscientes que su ontología
política es prácticamente idéntica a la de Hayek,
el señor que empieza una cadena que continuarían Friedman, Thatcher o Huerta
de Soto y que termina en representantes tan ilustres hoy en día como Esperanza Aguirre. Esto que digo suena
a boutade, pero es el tipo de aporía
a la que llegamos cuando se cae en la simplificación de identificar al enemigo
en la institución Estado: del mismo modo que leyendo a Hegel se pueden llegar a
conclusiones comunistas o ultraconservadoras, leyendo a Deleuze podemos
propiciar la cacareada "revolución molecular" de los Justos pero también un un “rizoma” que haría las delicias del brazo financiero del Opus Dei:
el desmantelamiento del Estado en base a su potencia coercitiva o represiva, ¿es ese el objetivo del 15M? ¿O qué?.
Todo ello por culpa de ese pésimo manual político que es El AntiEdipo, de largo el
peor libro de D&G y cuyo trampérrimo esbozo de una genealogía para la “máquina estatal” es sorprendentemente
connivente con la antropología, insisto, de Hayek.
Los que no se hayan estudiado el
libro en cuestión pueden leerse los
párrafos recogidos aquí: son muy fáciles de entender y en ellos se
expone indirectamente la compleja trama de argumentos tan malinterpretados
ahora por el 15M. Lo considero una lectura imprescindible para tomar partido en
los debates políticos contemporáneos, y si no te apetece leerlo ahora mejor no
sigas leyendo este post, pues el resto es una reflexión sobre lo que allí se expone.
No me extenderé demasiado en
desmontar la descripción que hacen D&G de la “máquina estatal” y su génesis
pues la considero fruto de una paranoia anti-estatalista en su cimiento y que,
insisto, queda así emparentada con las tesis del liberalismo austríaco. Como
ensayo de categorización política me parece de una vulgaridad asombrosa, y los
parámetros en que se basa para identificar la “máquina sedentaria” y su
equivalencia con determinadas organizaciones institucionales (el Estado
contemporáneo) carece completamente de rigor: el texto puede ser aceptado como
manifiesto más o menos “poético” a favor del libertinaje vitalista, pero en
ningún caso utilizado como instrumento de sistematización científica de los procesos
que quiere comprender: la arquitectura que esbozan del orden comunitario es caprichosa y capciosa.
La errata más intolerable de
D&G (que en ningún momento se atreven a definir, acotar y delimitar la
“máquina estatal”, insistiendo constantemente en su diafanidad) es la
ingenuidad con la que gestionan lo que queda fuera del estado, tanto
diacrónica como sincrónicamente. Respecto al tiempo, caen en la superchería de
suponer que hubo un momento prehistórico en el que no existían los estados, y
en el espacio proponen que las bandas, manadas y tribus periféricas (el ejemplo
que utiliza son los niños de Bogotá) quedan “fuera del estado” y se rigen por
dinámicas que lo trascienden. Esa postura podría resultar más o menos
defendible, pero no si como hacen luego remiten la constitución inmanente del
Estado a dispositivos subjetivantes universales (nada menos nietzscheano que la universalización que realizan de la máquina deseante como ladrillo último del campo social), que trascienden completamente a
las instituciones formalizadas como "estados", "mercados", "sociedad" y demás espejismos. Si el Estado es resultado de una
sedentarización paranoica (es decir, de una modulación subjetivante de las dinámics autopropulsadas del deseo) su sustancia no son instituciones, sino realidades, o más concretamente reparto de realidades. La mística desde
la que plantean que aquellas sociedades primitivas operaban mediante códigos no
estatales no tiene ningún sentido, pues incluso la “actitud” nomádica-esquizo
es resultado de un determinado pacto
social, a su manera sedentario:
la insistencia en el nomadismo lo convierte en un proceso estático, que se
estratifica en el gesto del viaje como recurrencia, como hábito. Y en el problema de los “hábitos” es donde Deleuze más se
traiciona a sí mismo.
De no estar Guattari de por
medio, es probable que Deleuze se habría percatado de que la inmanencia del Estado consiste en la gestión, cuidado y
mantenimiento de los hábitos, olvido incomprensible si tenemos en cuenta su
estudio sobre Hume (ignorado por
muchos deleuzianos, que descuentan el fortísimo pragmatismo que guía la
deontología de su pensador más admirado). Toda la épica de las “máquinas de guerra” es una abstracción
metafórica incongruente con el inmanentismo spinozista en el que el
deleuzianismo quiere militar tan férreamente: la inmanencia del Estado son los
hábitos, tanto en el caso de ese
chapucero “estado de Rajoy” como en el de los niños de Medellín o las tribus
nómadas de Mongolia: cada una de esas comunidades se articula en torno ante
un conjunto de hábitos consensuados que, como los mismos D&G propondrán en
Mil Mesetas, van de la mano con su propio régimen simbólico, su codificación y
reparto de lo real. Según su modelo, si desarrollamos su lógica hasta sus
últimas consecuencias, no puede no haber
estado, pues toda comunidad aparece a expensas de un régimen de hábitos y
símbolos. El Estado es el hábito puesto en común, o lo común como hábitos compaginados y garantizados... no necesariamente mediante instituciones o leyes.
Algunos deleuzianos opondrán al
estado (supuestamente jerárquico y vertical) el “rizoma” como no-organismo
horizontal y libre, pero sobre este tema volveré más adelante. Por ahora me limito
a exponer las tres características fundamentales que, en mi opinión, hacen de
la antropología deleuziana equivalente a la de Hayek y por tanto a la
eucarística neoliberal:
1. El dogma ontológico del “Río de
Heráclito”
Ambos sistemas proponen que el
devenir de lo real es un flujo incontenible que, en continuidad con la idea
bergsoniana de la duración, convierte
a “lo estable” en una especie de ficción o simulacro, porque el ser de lo real
es un “magma” de vida floreciente, autoproductiva y autopoiética. Les corresponde
a ustedes medir y confrontar este principio metafísico tanto con el liberalismo
de la “desregulación” para la libre circulación del capital como con la
“máquina de guerra” que quiere recuperar los espacios lisos pre-estatalizados,
pero Heráclito sirve de argumento tanto a Deleuze como a Hayek.
2. La naturaleza humana es empresarial / “Homo economicus”
Si algo tienen en común Deleuze y
los liberales es su sacralización de la libertad de movimiento, o lo que es lo
mismo, la libertad de emprendimiento. No se suele decir a menudo, pero el héroe
de AntiEdipo es el empresario: como oposición a un “sedentarismo” que remiten a
un origen patológico (paranoia y castración edípica), el esquizo se define
fundamentalmente por estar permanentemente haciendo cosas, inventando empresas.
Hay que entender que la palabra “empresarial” no tiene un sentido estrictamente
económico, sino que se refiere al hombre
economicus como ser de
emprendimientos, que se realiza en la acción transformadora y cuya dignidad se
desvanece en lo estático: una empresa puede ser, por ejemplo, pintar el salón. El peor esclavo para D&G es el sedentario que
no hace nada, el que carece de una empresa que lo ponga en movimiento y le
lleve a sobresaltar los estratos que lo contienen. La pirueta de Hayek consiste
en dar a la palabra “empresarial” un significado literalmente económico, pero
su base metafísica comparte con la deleuziana el culto al creador de sus
propias derivas. Alguien debería hacer un estudio comparativo bien atemperado
sobre las muchas correspondencia entre la noción del “emprendedor” tal y como la concibe Schumpeter, y la del esquizo
o nómada que frivolizan D&G: la
emancipación de Marx se realizaba en la reconquista del propio trabajo, y la de
Hayek en la del propio emprendimiento. (los curiosos sobre la conceptualización
del “emprendedor” pueden ver este video, y atender
especialmente a las ideas de Schumpeter).
3. Todo pacto social debe ser eventual y en ningún caso vinculante para los que
lo suscriben
Las interpretaciones más cochambrosas
del “rizoma” hablan de su modelo como una multiplicidad que no determina en
ningún caso su adentro y su afuera, y respecto a la que por tanto uno nunca
está obligado a mantener una relación de compromiso.
La paranoia anti-estatalista del deleuzianismo más zafio enraíza en el pánico
ante las coacciones simbólicas implícitas en el hecho mismo de formar
comunidad, y de ahí su fácil recurso retórico a “el clan”, “la panda”, “la tribu” o “la manada” como colectividades abiertas de las que uno siempre puede
desmarcarse libremente, impidiendo tanto los monopolios como los liderazgos.No
me extenderé sobre este punto porque sigo considerando que Dif./Rep.
imposibilita completamente el establecimiento de ninguna forma de “lo común”:
esta semana planteé mi hipótesis en el facebook de Deleuze y como respuesta me
remitieron a este texto de “Crítica y
Clínica” sobre Walt Whitman en el que queda esbozada poéticamente la
idea de un “unionismo” que nadie se
ha molestado en matizar, con lo cual sigo creyendo que no hay salida al
solipsismo individualista desde la ética del francés, intuyo que por su fidelidad a Nietzsche.
Dejo el tema, recomendando a los
curiosos que se lean atentamente esta
conversación (en la que evidentemente tomo partido por lo que dice
Peter). Y es que en mi opinión toda esa construcción legendaria del "aparato de guerra nómada" bien pudises ser interpretada como un proceso de liminalidad tal y como lo plantea el antropólogo Victor Turner: un rito de pasaje, un impasse de jogorio entre dos momentos de un mismo Estado:
Por no alargar mucho estas
especulaciones, expondré ahora mi propia concepción del Estado ya que me he
desmarcado con tanta firmeza del modelo antiedípico. Y para posicionarme
mediante una concepción armoniosa con mis argumentos, traigo la definición de
Hegel, en mi opinión infinitamente más profunda y hábil que toda la sistemática
de “máquinas de guerra" y demás engañalistos. Dice Hegel:
Estado es la conciencia de un pueblo.
¡Qué maravilla! Es imho una
definición tremendamente astuta porque permite, por un
lado, no caer en la trampa de identificar al Estado con una institución, organismo o formalidad de
ningún tipo, y por otro, impide la ensoñación romántica de un “individuo”
emancipable mediante dinámicas de reconquista de su exterioridad. “La conciencia de un pueblo”, o lo que es
lo mismo, la realidad de una colectividad, de una comunidad: si el punto de
vista de D&G para definir la máquina estatal era impropio (la abordaban desde “su afuera”), el
de Hegel es fenomenológico, convirtiendo dicha instancia en un campo
constituyente de la realidad. La palabra "pueblo" tal vez se asocia a atribución histórica de identidad y por eso es anatema para los nietzscheanos (que sienten pánico ante las mil abyecciones en que suelen incurrir los "pueblos") máxime cuando Deleuze se esfuerza con tanta insistencia en desmarcar de Hegel su ordenación de lo individual y lo colectivo (la multiplicidad y lo Uno) , para imho caer finalmente en un sistema en el fondo muy similar (la semiótica D&G de los "regímenes de signos" interubjetivos no creo que difiera tanto de la "conciencia" hegeliana, más allá de los prejuicios que atribuimos a cada una de esas palabras; sus dinámicas inmanentes me parecen composibles, pero no lo sé, eso habría que mirarlo con más calma). Sin embargo, para precisar la ambigüedad a la que
se presta la definición hegeliana, propongo una más matizada y espero que
también más inmanentista (probablemente, más deleuziana que la de Deleuze):
Estado es realidad convivida,
que se efectúa como garantía de hábitos.
Mi propuesta es mucho más cercana
a la postura de, por ejemplo, Baudrillard: es absurdo apelar a esa ridícula
figura del “Estado de Rajoy”, pues el
estado es fundamentalmente un campo de intercambio simbólico cuya inmanencia
adviene en forma de hábitos, una compartimentación espaciotemporal diáfana de las rutinas. Es, por tanto, una instancia experimental,
fenoménica, que se da en “cómo tomamos partido de la realidad” en cuanto
realidad convivida: no todo lo real es convivido, pero lo que sí lo es
corresponde a un estado, necesariamente (evidentemente, mi hermana y yo por
ejemplo pactamos inconscientemente nuestro propio “estado” bipersonal al
aceptar las identidades que rigen nuestra relación, el modo en que efectuamos
expectativas mutuas). El estado no es garante pues no es agente, sino que es él
mismo la garantía y lo garantizado: una ordenación no local de acontecimientos,
el estado es el lenguaje. Es impersonal, no jerárquico ni horizontal, universal a un cuerpo social. Es decir, el "estado" como figura institucional no es más que la construcción de una forma de legalidad para ese Estado habitual del que hablo, y que es inseparable de toda convivencia. Incluso una anarquía instaurada es un "estado" segun mi definición.
Explico mi definición con un
ejemplo: si cada día a las 8 de la mañana desayuno un café en el bar de la
esquina, la retahíla de procesos que permiten ese hábito y se efectúan en él
(el modo en que saludo al camarero, el precio, el horario, lo que puedo y no
puedo hacer en el bar, los proctocolos de visualización, la cadena comercial
que lleva ese café desde Brasil a la taza en la que lo consumo…) son el
“estado”. Ese cúmulo invisible e inconsciente de contingencias que me garantizan
el hábito de ese café, son estado:
realidad convivida, en toda su complejidad. Como digo, el reparto de lo que
queda “dentro” y “fuera” de la máquina estatal según D&G me parece
completamente caprichosa, mientras que la de Hegel es incontrovertible porque
lo define como un estado de la conciencia. El estado es lo real, y no me
extenderé en explicar a los anti-hegelianos que esto no tiene nada de
totalitarista ni anti-vitalista: simplemente, Nietzsche nunca le dio importancia al problema de la convivencia, y
de ahí su desinterés por la dialéctica. El individualismo y el nihilismo son
ideologías de ricos, sólo se las puede permitir el que tiene garantizada la
cena caliente cada noche: una pena que Deleuze nunca se explayase con detenimiento
en la caracterización de su “unionismo”, pues su gnoseología fuertemente individualista parece opuesta a la máxima de
que la unión hace la fuerza. ¿Qué
unión? Pasapalabra.
Termino rápidamente rechazando la
supuesta antítesis entre rizoma y estado, pues ambos van siempre de la mano: mi
relación con aquel café del desayuno es un trenzado de lo estatal y lo
rizomático. En nuestra civilización de múltiples comunidades se superponen
múltiples estados, de cuya complejidad no se puede dar cuenta con el recurso
simplista de lo vertical y lo horizontal. Y es que, y creo que esta es la clave de mi postura,
el Estado es dinámico y plástico,
como todos los lenguajes. El problema es que la institución que actualmente llamamos "estado" no funciona, pero la solución no puede ser una negación del Estado que defino porque no hay convivencia posible fuera de un orden simbólico coadyuvante. Reducir la política del
“rizoma” a una erosión espontaneísta de las instituciones idéntica a la que promueven los liberales y
neoliberales me parece la culminación del culto al individuo que parece tener
hipnotizados a izquierdas y derechas. Dejo el post aquí recuperando los
versículos más recordados de “Rizoma”:
Haced rizoma y no raíz, ¡no plantéis jamás! ¡No sembréis, picad! ¡No
seáis uno ni múltiple, sed multiplicidades! ¡Haced la línea y jamás el punto!
¡La velocidad transforma el punto en línea! ¡Sed rápidos, incluso sin cambiar
de lugar! Línea de suerte, línea de cadera, línea de fuga.
Mi sangre campesina me hace leer
con una sonora carcajada semejante cúmulo de slogans publicitarios. ¡no plantéis jamás!, ¡La velocidad transforma
el punto en línea! Sentencias que no
sé cómo tomará por ejemplo el biólogo de Moratalaz que se ve obligado a ir a
servir copas en Londres. ¿Nomadismo
emancipador? ¿Debe renunciar a las ataduras de la que creía su identidad porque lo que le conviene es devenir esquizo? Volveré
sobre este asunto, pero me reafirmo en lo que digo: el deleuzianismo zafio, el
nihilismo de “la generación más preparada de la historia”, el individualismo
porqueyolovalguista de los que rechazan la firmeza de un compromiso enraizado,
nos pueden llevar a falsas revoluciones 2.0 que en realidad nos ponen a los
pies de los caballos de la máquina del capital nómada. Ustedes mismos, y perdón si he sonado reaccionario y carca.
Dos cosas:
ResponderEliminarUna, estoy algo rayado por haber escrito en tono tan virulento, pero lo cierto es que siento el 15M como algo también "mío" y me tomo muy en serio hacia dónde tiran. Las cosas son muy complejas y no me gustan nada las simplificaciones que terminan en situaciones desagradables...
...como la que exponen en el video de Paisaje Trasversal que enlazo, y que me parece interesantísimo para arquitectos: ahí se plantea, por ejemplo, que HAY DEMASIADOS COLECTIVOS Y POR TANTO NO SON ECONÓMICAMENTE SOSTENIBLES TODOS ELLOS. Ahora es cuando toca mostrar galones y atender a cómo resuelven esa paradoja en conformidad a las ideas de la red, el rizoma, creative commons y demás. Que llegue a haber "demasiados colectivos" es ya en sí un concepto políticamente paradójico... el rizoma, me temo, incluye la competencia entre sus formas de correspondencia, y mucho me temo que están obligados a competir entre ellos si no mueven ficha en ese sentido. Ya al hilo de "A Cidade dos Barrios" dije que el problema del trenzado entre lo institucional, lo empresarial y lo social requiere una sutileza muy compleja con la que no valen simplificaciones ni demonizaciones absurdos de lo mercantil... En fín, los modelos asamblearios tienen tantos claroscuros como cualquier otro y si creen que tienen entre manos una fórmula perfecta, tienen que demostrarlo.
Puede que mi punto de vista te resulte simplista, pero el 15M lo entiendo como una respuesta difusa de masas ofendidas. No puede tener consistencia ni dirección definida. Si se alzase en armas presa de un arrebato de furia colectiva, a lo sumo podría medirse con las fuerzas de mantenimiento de la paz pública. Después del derramamiento de sangre, suponiendo que de alguna manera mágica lograse hacerse con el control de las estructuras de mando del Estado, sin tener en cuenta la situación internacional que semejante "primavera" espontánea generaría, entonces tendría que constituirse y segregar los planos de orden y obediencia que hacen posible el gobierno real de una sociedad industrial avanzada con millones de individuos bajo su control.
ResponderEliminarSeguramente lo has leído, pero te recomiendo que repases "Psicología de las masas" de G. Le Bon (también la perspectiva templada que Canetti expone en "Masa y poder"), desde el segundo capítulo "Los sentimientos y la moral de las masas", a la luz del 15M y la estrafalaria amalgama de anarcocapitalismo, robinsonada bucólica y ciberdemocracia del mando a distancia que aglutina el nombre del evento inaugural de tan espectacular "revolution"... sin olvidar su encendido clamor por el buen soberano.
Saludos
Entiendo tu postura,pero esa "respuesta difusa de masas ofendidas" no puede conformarse con una estrategia reactiva, porque (y en eso D&G lo clavan) el capital es suficientemente versátil como para neutralizar y apropiarse de toda voluntad parasitaria o reformista. No lo menciono en este post pero ya lo he dicho en otras ocasiones:
ResponderEliminarel "enemigo" es el dinero tal y como es concebido actualmente
las acciones se quedan en agua de borrajas si no conseguimos adueñarnos del dinero, de la gestión de su valor. Mucha gente ignora que el dinero que manejamos tiene un "precio" determinado por la banca central (encargada de gestionar su proliferación y sus tipos de interés), y lo monetrio impone un escenario tremendamente coercitivo al que nuestras acciones simbólicas sólo le producen cosquillas. No creo en una revolución armada ni violenta: la única revolución "heavy" posible es la negación del dinero.
Gracias por participar, no conocía esos libros que mencionas y los estudiaré, y por supuesto tu opinión no me parece simplista en aboluto. Un saludo!!
...algunas cuestiones ¿sí reales?: "Tres efectos del 15M: ha erosionado el apoyo a los dos grandes partidos, ha introducido cuestiones en la agenda política y ha normalizado nuevas formas de realizar demandas"...
ResponderEliminarhttp://www.eldiario.es/agendapublica/antipolitico-Marcos-protesta-agenda-politica_6_111348865.html
... y con ello, actualizando el estado.
EliminarMí crítica no va contra en 15M,ojo, sino con esa narrativa de "máquinas de guerra", lo vertical y lo horizontal y otras cuestiones. Insisto que por mí ojlá el 15M triunfe (triunfemos) todo lo que se pueda. El estado no es Rajoy, ni una institución a derribar, sino un campo a reconfigurar, a restear IMHO.
Qué bueno el programa de Ebole de hoy!!! Salvados, sobre lo lobbies, un tema muy muy interesante porque son una de las cuestiones clave a resolver, como los paraísos fiscales, las trampas en los tipos de cambio y otros: lo curioso es que son temas que desbordan a los estados, no siguen la lógica formal de los estados actuales, y por eso creo que el debate de fondo va mucho más allá de collejitas a Rajoy.
ResponderEliminarLo de los lobbies ha sido muy bueno, porque es un forma de "real politik" que empapa completamente la sociedad... de hecho tengo pendiente un artículo sobre el funcionamiento de los "lobbies" en arquitectura... lo simplista es creer que hay que ir a un ministerio para ver cómo funcionan los lobbies: todos los estudios de arquitetura, por ejemplo, saben de l importancia y la fuerza de los lobbies, tanto los propios como los ajenos. Los lobbies son la versión marymoderna de las "redes clientelares", todo el que haya trabajado para el sector privado sabe a lo que me refiero: la importancia de tener contactos en el ayuntmiento, conocer a algún cazador de clientes con el que negocir, los detalles y protoclos con las empresas de tu ramo... en fin que los "lobbies" no son cuestiones estrictamente ministeriales, sino presentes en nuestra vida cotidiana. Y en eso creo que "la unión hace la fuerza", sin duda. Lo que sí me ha parecido muy muy envenenado es el caso de ls etiquetas de los alimentos, me parece un caso muy endiablado que debería comentar con calma en algún momento, porque entiendo las dos posturas... en realidad, ese caso implica escoger entre una lógica universal (las calorías de un alimento) y una lógica local (el arraigo cultural y valor de ese alimento), que creo no se puede resolver sin determinarlo mediante la elección del propio "pueblo". Como arquitecto, he presenciado ese tipo de elecciones muy a menudo.
Ha estado realmente interesante.
Como por algo hay que empezar, de alguna manera, empecemos por des-leer.
ResponderEliminarEn medio de esta complejidad, incertidumbre y confusión post-humana, que loablemente te empeñas en desentrañar en tus blogs, y denunciados ya algunos de los tantos “vario-culpismos”, pues bien, lo que se viene a pregonar ahora, its amazing, en medio de esta abstracción absoluta, es el “dinero-culpismo”. Primer ejercicio: des-leer burbuja.info.
ADICAE, 15M, FOLLONERO, LA INDUSTRIA DEL PLACER, LOBISTAS: Qué son sino máquinas de guerra en el devenir –conflicto. Quizá lo del “Estado de Rajoy” solo fuese una forma de hablar, como decir que el sol sale. Segundo ejercicio: des-leer a Dolce&Gabbana.
HACHE
la culpa no es del dinero, porque no hay culpa.
Eliminarlo que digo es "la solución pasa por arreglar el dinero". No es la única "causa", pero sí la más fácil de intervenir, la más inmediata. No busco culpables sino soluciones.
Mi texto ha sido muy cañero y me arrepiento, pero no voy a editarlo. Lo del Estado de Rajoy me parece una simplificación que se merece una buena colleja. Gracias por intervenir, hache misteriosa!
por cierto, burbuja está hecha un infierno, verdad? yo sólo lo utilizo para olfatear cómo van los populismos (muy tenebrosa la creciente xenofobia) y por hilos como el de Fuck-U-shima, en asuntos económicos lo veo muy perdidos: keynesianos delirantes y liberales mononeuronales. Ya no es tan divertido como solía!! abrazos
Eliminar
ResponderEliminarNo eres cañero, lo tuyo es incontinencia intelectual (con cariño).
Soy lector de tu blog y admiro profundamente tu dedicación, no seré yo quien te la líe (esos tardarán poco en llegar supongo). Detesto este medio (los comentarios) para articular un debate. Quizá la mayor limitación de los blog: son maravillosos para predicar (en el buen sentido), y para la vaselina, pero para el debate no valen, preferiría otro medio.
"El enemigo es el dinero tal y como es concebido actualmente". A esa frase te respondía, solo por putear y, de paso, demostrarte lo fácil que es tender trampas lingüísticas, que se que te pone el tema. Con muchas de tus tesis estoy francamente de acuerdo (las que entiendo claro).
HACHE
ResponderEliminarOoook. Tanto los blogs, como internet, como la bomba atómica pueden servir para muchas cosas, entre ellas predicar o autocomplacernos. Yo lo utilizo como una forma de dejarme seducir por otros puntos de vista, por ejemplo. E intentar seducir con los míos claro, pero sin esforzarme demasiado en ello, sino más bien como un producto colateral extro-vertido de mi carácter -o como se le quiera llamar-, hacia un efecto “feedback”. Y eso, evidentemente, ni yo ni nadie puede hacerlo con cualquiera. Incluso creo que es imposible hacerlo con uno mismo si no es con la ayuda del “exterior” -incluyendo en el “exterior” aquello que yo mismo me veo impelido a extro-verter, y que bien pudiera ser una definición de arte-.
La provocación tiene su punto seductor, no lo dudo, pero nadie es tan listo como para poder esquivarla totalmente. De igual manera que nadie es tan tonto como para caer siempre en ella -y si no que se lo pregunten a los toreros que son incapaces de torear a un toro ya toreado-.
La incontinencia intelectual también tiene sus virtudes y su encantos para algunos. Para otros puede ser la seriedad o el método científico. Y para otros, como es mi caso, la ironía de lo paradójico, el humor o el estilo inaprensible de ciertas formas de ser y de expresarse... con sus virtudes y sus defectos claro -así al menos lo entiendo yo-. Porque como dijo Thomas Szasz: “lo que te capacita para una cosa te discapacita para otra”. Así que siguiendo el hilo de esta idea de la capacidad y la discapacidad, y parafrasenado a Baudrillard, yo creo que será el propio sistema capitalista el que nos lleve más allá del capitalismo, mal que le pese al propio capitalismo, de tal modo que como añade JB “los actores inconscientes puede que sean mucho más activos en este proceso que los que se dedican a pensar”. Porque si no ¿cómo es posible explicar el pacto en Extremadura entre IU y PP?.. y ahora esto:
http://www.hoy.es/v/20130122/regional/similitudes-entre-propuesta-renta-20130122.html
Sin embargo, hay otros que no opinan exactamente lo mismo que Baudrillard -pero que tampoco le quitan la razón, por cierto- : “Las palabras se convierten en pensamientos. Los pensamientos en acciones. Las acciones en hábitos. Los hábitos en carácter. Y el carácter en destino” (Mahatma Gandhi)
me encanta esa cita!!!! tanke
EliminarTe veo ocupado: No olvides que te esperamos el viernes: molaría que estuvieras, preferiblemente, antes de las seis para no ir con prisas : el viernes es el día que más mola.
ResponderEliminarSi quieres nos llamamos: te o me? tú dirás.
Bicos.
V
no me olvido!!, falamos el miercoles a más tardar
EliminarOK
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