Female - Human Remains Human (LINO019, Downwards 1998)
Uno de los ideólogos menos reconocidos de la electrónica especulativa es Peter Sutton alias Female, artífice de una carrera discontinua y caprichosa, plagada de lapsus improductivos junto a períodos imprevisibles de gran fertilidad, pero presidida siempre por una inusual capacidad para el extrañamiento del cuatro por cuatro, el palo más difícil, cuyos límites retuerce hasta el imposible con la facilidad del que hace las cosas sin miedo. Opaco y enigmático en lo personal, desde su discreto segundo plano ha ido creándose un lenguaje propio hecho de composiciones monolíticas y cavernícolas, muy poco sofisticadas en lo técnico y siempre tangentes al feísmo, un proyecto estético temerario y autoindulgente que parece buscar con militancia la marginalidad. Mientras sus compañeros O´Connor, Sumner y Child han ido granjeándose un reconocimiento cada vez mayor hasta ser venerados como leyendas vivas, el pobre de Sutton se ha mantenido siempre en la sombra, quién sabe si por pereza, desidia o torpeza, por más que sus grabaciones clásicas corran de mano entre los aficionados más puristas como si de sagradas escrituras se tratase. Hubo un tiempo en que en cada sesión de Mulero dos o tres de Female siempre caían, pero Stutton nunca hizo mucho por seguir expoliando ese tipo de filón,
No cabe duda de que este chico tiene un don: el de producir caramelos envenenados que bajo la apariencia tonta y trotona del monotrack ensimismado y funcional, esconden pequeñas y diabólicas sutilezas que enrarecen y comprometen el canon habitual mediante extraños gestos deformantes, en un juego de desconciertos de apariencia ligera pero de resultados habitualmente sobresalientes. Sus temas, siempre tan sencillotes y de diagrama diáfano, son en los mejores ejemplos auténticas marcianadas que logran un inesperado equilibrio entre lo tétrico y lo festivo, siempre con un pie en lo convencional puro y duro, y otro en su más radical inversión: el método Female consiste en apropiarse de motivos y figuras perfectamente normalizados e identificables (tanto en los timbres como en las estructuras) para disponerlos de tal manera que suenen completamente inusuales, conforme al clásico extrañamiento de lo objetual que perseguían los surrealistas. Perfecto ejemplo de ese endemoniado talento, “Human Remains Human” es una de las obras cumbres de un supuesto segundón que aquí presenta sobradas credenciales para seguir siendo recordado y reivindicado.
Himno Hipnótico (para toda la familia)
Sin duda el mayor mérito de la cuadrilla Downwards fue la sagacidad con la que supieron apropiarse de la condición hipnótica del techno hasta derivar de ahí el fundamento de toda su construcción estética: conscientes de que su trabajo opera mediante la pulsación del aparato sensorial y cognitivo de su público, desplegarán una sistemática e insistente refiguración de la música ritual desde sus cimientos más mundanos y carnales, una fiesta cuyo éxtasis empieza en la captura y el desfallecimiento (el embelese) de los sentidos. Esa aceptación gozosa del techno como mesmerización física les llevará a jugar con mucho duende con reminiscencias y citas más o menos respetuosas a la música, también hipnótica y obsesiva, de fiestas paganas africanas, árabes o latinas, en una reinterpretación menos agresiva que la de los Esplendor Geométrico de los discos étnicos, pero de veneno igualmente letal. La hipnosis, práctica arcana a menudo asociada al ocultismo y la telebasura, ha sido planteada desde ciertas prácticas artísticas como una metáfora perfecta del tipo de “sociedad de control” descrita por los pensadores de lo biopolítico, pues ejemplifica el tipo de gestión del cuerpo y la conciencia que, según la tradición materialista, opera el poder apropiándose de nuestras percepciones más básicas. Desde este punto de vista conspi, la hipnosis no es un “fenómeno extraño” aislado o una errata puntual en nuestro aparato de pensamiento, sino simplemente el caso más visible y evidente de nuestra relación universal con el mundo: nuestras acciones son mayormente actos reflejos construidos en función de cómo el cuerpo percibe las cosas. En un supermercado por ejemplo, la sinfonía secreta de colores y formas opera una pequeña y casi imperceptible hipnosis sobre nosotros, determina nuestra respuesta mediante la organización de secuencias inconscientes que, en cuanto impensadas, no podemos controlar. Sea cual sea el contexto, nuestras respuestas son automáticas, actos reflejos, excepto en el caso de que la razón haya de concurrir por algún motivo: el principio activo de la hipnosis consiste en la modulación de las percepciones del paciente hasta que éste entra en un trance en el que ya no es capaz de gestionar a voluntad ninguno de sus actos. La biopolítica tiene mucho de eso, de maquinaciones instrumentales de lo percibido (¿es por ejemplo Andrés Iniesta un péndulo da la hipnosis al servicio del biopoder?), y en ese mismo juego es en el que funciona el techno, incluso cuando no tenga detrás un manifiesto político como argumentación: su fuerza no es un discurso institucionalizado sino una práctica espontánea de resistencia. Los chamanes fueron los primeros maestros de la biopolítica: instruían cuerpos disolviendo las resistencias del yo. Pero no seguiré por ahí, porque no hace falta: los artistas más puros no se escudan detrás de legitimaciones panfletarias cuando sus trabajos actúan al margen de las palabras.
Pese a todo, no es casual que los títulos de Female estén plagados de referencias indisimuladas a un universo nietzscheano de estados anímicos privados de cualquier matiz de psicologismo, sentimentalidad o subjetividad, y los tres superclásicos que componen este maxi son un ejemplo meridiano del oscuro e inhumano modus operandi de un productor que ejecuta su trabajo con el temperamento frío de los hechiceros. Editado en el momento justo y el lugar adecuado (1998 Birmingham), “Human Remains Human” puede ser interpretado como una reconstrucción enferma del techno tribal que por entonces triunfaba de la mano de Oliver Ho y el petardo de Ben Sims, que incorporaban a sus temas samples de samba, percusiones salseras, loops vocales y atmósferas tropicales, dando pie con mucho éxito popular a aquellos temitas resultones y accesibles, amables incluso, que hacían furor entre el sector más cani de los technoheads. Pero aquel tribalismo cool y veraniego de revista de tendencias (que parece volver a estar de moda por culpa de algunos grupillos de guitarras), en manos de Female es pervertido y travestido hasta degenerar en piezas increíblemente ambiguas, que transportan esos samples en principio cálidos y buenrollistas a un universo primitivista, agreste, agresivo e incluso con un punto sórdido. El mismo Female profundizaría luego en la misma fórmula con el escalofriante largo “Into the Exotic”, cuyo título enuncia perfectamente la línea argumental ideada en sus surcos: refigurar el “exotismo” enrollado y multiculti de festival étnico, hasta que aflore lo de incómodo y amenazante que sobreviene siempre a la otredad cultural, algo así como una cara oscura de aquella “alianza de civilizaciones” que promovida por el imperio, y que parodiaba el problema de la multiculturalidad reduciéndolo a un parque temático de exotismos para toda la familia. Y decididamente, el trabajo de Female está en las antípodas de ese grotesco nicho de mercado que son las obras “para toda la familia”. Lo suyo es más bien lo que Fernández Porta llamaría posmodernidad ur, primitivismo urbano que reivindica la pureza expresiva del espontaneismo tribal anterior a la historia, y el uso ritual de la tecnología.
Asilvestrado y de ceño fruncido, “Human Remains Human” está compuesto de tres increíbles monotracks a mitad de camino entre el art brut de cuerpos desfigurados y cierta sofisticada perversidad aristocrática, mimetizándose malévolamente con el bailoteo tropicaloide propio de otro techno menos brillante. Pero lo que hace de este pequeño 12” una pieza absolutamente fundamental es el magistral tema que lo abre, ese escalofriante “Seconds of Joy” que en mi opinión sigue siendo una de las más altas cumbres alcanzadas por el techno serial más incoformista. Construido a base de sonidos latinos salidos de alguna caja de ritmos de saldo, de un timbre oxidado más propio del Fruityloops que del Abbleton, su prodigiosa arquitectura superpone espirales de diferente duración sobre un mismo compás produciendo un tempo extrañísimo, como si tuviese lugar a diferentes velocidades a la vez, un ritmo áspero y sincopado que conjuga la sensualidad funk del tribalismo afro y la gélida indolencia de la electrónica europea en un tenso limbo en letárgico stand by: la banda sonora ideal para un extraño ritual profano de maridaje entre insectos y máquinas. Un temazo como la copa de un pino que puede interpretarse como un reflejo aberrante y magistral del “Pangea” de Oliver Ho, o como contrapunto subversivo de la exótica lounge de papel couché que aquí es subvertida hasta recuperar su fiera otredad original.
Los otros dos tracks no desmerecen, pero no dejan de ser meras comparsas a la sombra del incomparable tema principal: “Skin Test” es un loop narcótico que suena a djambé y azufre, una irradiación magistral de esa mística troglodita tan definitoria del sonido Female, mientras “Youth” es otro mantra esquelético y reducido a su mínima expresión, como una fiesta campestre en la que los invitados fuesen los adolescentes enfermos del Agujero Negro de Charles Burns. Tres joyas facturadas con autoridad y valentía, tan alucinadas y excéntricas como el resto de los discos de Stutton, figura fundamental en la historia del techno y creador de un magnético universo propio donde se conjugan músculo para la pista, ironía macabra, intuición creadora y un peculiar temperamento, secretamente sentimental pese a parecer haber sido creado por un corazón criogenizado a cero grados kelvin.
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