martes, 27 de noviembre de 2012

¿ Es la razón un parásito... en busca de la simbiosis perdida?




¿Es la razón un parásito... en busca de la simbiosis perdida?

Dice la wiki que la simbiosis es una forma de interacción biológica que hace referencia a la relación estrecha y persistente entre organismos de distintas especies. Y el criterio teórico para asignar las etiquetas de parasitismo, comensalismo o mutualismo es el efecto neto sobre la aptitud inclusiva del hospedador.

El parasitismo está profusamente extendido en la naturaleza, y en algunos casos puede ser el primer estadio de un proceso continuo que conduciría al mutualismo. En este estadio, el parásito debe atenuar la virulencia contra su hospedador y, entre otras adaptaciones, se desprende de una característica típica de todo organismo, su tendencia a reproducirse geométricamente auto-regulando esta tendencia; paralelamente, el hospedador deberá reaccionar neutralizando los efectos deletéreos de su parásito.

Pero como dice Lynn Margulis: “En cualquier momento esas asociaciones pueden disolverse, sus miembros pueden cambiar e incluso destruirse entre sí, o simplemente perder a su simbionte”. Este primer estadio simbiótico, el más inestable, se podría prolongar hasta estadios de integración muy elevados en los que, antes de alcanzar una relación mutualista ya se podría estar produciendo transferencia de material genético (simbiogénesis).

Desde el punto de vista inmunológico, el parasitismo puede considerarse un éxito si el parásito se integra en el hospedador de manera que no se le considere exógeno” dice Sánchez Acedo.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Rancière ^ Meillassoux



Confirmado: Jacques Rancière se ha transformado en una starlette de la filosofía pop que juega en la misma liga mediática que Zizek y Badiou, solicitadísimos pensadores que son invitados constantemente a todo tipo de simposios marymodernos, saraos universitarios, debates instiucionales y programas de televisión para que comenten asuntos de lo más variopinto: lo mismo se apuntan a un coloquio sobre la existencia de Dios en programas para marujas, que participan en asambleas de casas ocupas. En mi opinión Rancière es el cerebro más dotado de ese curiosísimo stardom global que la filosofía ha construido para mantener viva su voz en el ágora: los verborreicos soliloquios de Zizek hace tiempo que no logran salir de ese namedropping circular y narcisista que le ha hecho tan popular, mientras las voluntariosas ideas de Badiou suenan ora demasiado abstractas y académicas, ora un poco simplonas. Ranclère en cambio suele morder en hueso, y su libro sobre estética y política me parece uno de los textos más potentes que me he encontrado sobre ese asunto tan habitual en este blog.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Identidad política #12: Asco y éxtasis





inacción
inactividad - gandulería - ineficacia - inercia - pasividad - quietud 


Dejo aquí (no lo consigo incrustar) otro speech de David Harvey, esta vez escuetísimo y centrado en la relación entre economía y procesos urbanizadores. Su análisis es perezosamente keynesiano: según su planteamiento (que es el canónico entre economistas y geógrafos) los períodos de expansión urbana ocupan mucha mano de obra produciendo así un efímero florecimiento económico, que luego marchita violenta e inevitablemente cuando se alcanza el momento en que no hay "más casas que construir" y la economía no pueda continuar con el mismo ritmo de producción y consumo. Es la lógica de Keynes, que afirmaba que abrir una zanja para luego volverla a tapar es económicamente beneficioso (una posibilidad que él no propone, pero sí descubre, por más que los neoliberales le acusen de lo contrario). Esa descipción suena muy "natural", incontestable, pero algo en este tipo de análisis me resulta siempre insatisfactorio, incompleto, quizás por las limitaciones inherentes a las categorías que componen el discurso: mano de obra, producción, capital, economía, crédito... No sé, eso son meros síntomas, intuyo que el impulso que sacude la historia (la económica y la urbana) pueda ser amansado apelando a otras figuras, a otras aproximaciones a la acción humana... ¿quizás también a la inacción humana?
Estas declaraciones tan de perogrullo de Harvey me han hecho pensar en el gran problema que encuentro en el Marxismo,  la nota que más chirría en un pensamiento en lo demás muy bien afinado: el status de verdad antropológica (y supremacía moral) que otorga al homo laborans como definición y esencia de lo humano general.

Identidad política #11: Micropolítica en bicicletas tandem



La relación entre filosofía y militancia plantea otra de esas preguntas cuya respuesta es una "cintas de Moebius" que ofrece dos resultados antitéticos en función de cómo se plantee: por un lado, el pensamiento verdaderamente objetivo debería mantenerse inmune a las injerencias ideológicas (pues el filósofo aspira a situarse en un plano "meta-ideológico" de inviolable racionalidad pura) pero, al mismo tiempo, no hay pensamiento posible si éste no viene desatado por un problema que exija un posicionamiento firmemente localizado. Los grandes filósofos construyen sus teorías éticas y morales de modo que éstas parecen resultados deducidos lógicamente desde axiomas metafísicos, pero muy probablemente la arquitectura lógica de sus conceptos no sea nunca imparcial, sino conducida intencionalmente hacia un determinado horizonte que, inconscientemente, ya se olfateaba en el punto de partida. Es decir, por más que los grandes pensadores planteen sus idearios políticos como si de corolarios científicos se tratase, radicalmente neutros y pensados muy friamente, bajo su aparente objetividad late necesariamente un impulso intencional, militante: los filósofos sólo encuentran las deducciones que, consciente o inconscientemente, buscaban. Aceptando que no es posible un pensamiento absolutamente lógico y al margen de determinaciones locales, el grado de imparcialidad varía mucho de unos a otros filósofos. Personalmente, valoro muchísimo los discursos más neutrales y severos, los que muestran la valentía del que sigue firme su cadena de razonamientos sin temor a llegar a resultados imprevistos o incómodos. Quizás por eso gente como Toni Negri o Murizio Lazzarato me resultan interesantes como ideólogos, agitadores o militantes, pero estériles como filósofos stricto sensu por cuanto sus ideas están completamente orientadas en una única dirección política que no acepta titubeos.El límite de toda filosofía se encuentra en aquello sobre lo que no se atreve a titubear.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Identidad política #10: ¿Barbarie o militancia?

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Mutual Assured Destruction
Barbaros / Militantes

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Aquello que define al bárbaro como tal es su otredad cultural, su irreductibilidad a los parámetros que utiliza nuestra civilización para comprender el mundo. El bárbaro es el afuera de la cultura, pero no porque carezca de sus propios mecanismos culturales, sino por nuestra incapacidad para traducirlos a nuestros propios términos, y con el que por tanto no podemos establecer una relación dialéctica. Más allá de su diagramático barbarismo (noción que viene a ser un índice de caos, de entropía), no conseguimos encontrar para él una identidad.

El capitalismo podía considerar al comunismo una alternativa abyecta, totalitaria o disfuncional, pero no bárbara, pues competían en juegos de poder cuyas reglas compartían y que, por tanto, posibilitaba que ambos bloques se relacionasen mediante un reparto de identidades mutuamente aceptado. Eso no sucede con el bárbaro, con quien es imposible establecer la lógica oposicional (tan hegeliana) que mantenían los bloques de la guerra fría. Una herramienta estupenda para explicar esa condición insondable de la barbarie es el excepcional concepto de Jacques Ranciere del “reparto de lo sensible”: el bárbaro no comparte con nosotros la representación de lo real. Su idioma no es “traducible” al nuestro, pues sus palabras significan conceptos que nosotros no comprendemos: no son seres incivilizados, sino seres cuya civilización nos es inmanejable, incomprensible e incontrovertible. La radical incongruencia entre su cosmogonía y la nuestra hace de él un agente especialmente desconcertante, pues es inmune a nuestros discursos (que no entiende). Al bárbaro no se le puede convencer, pues no escucha.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Mutatis Mutandis

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(textos extraídos  de “La nueva Edad Media” de Umberto Eco
por Post Dos

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Recientemente, y desde muchas partes, se ha empezado a hablar de nuestra época como de una Nueva Edad Media. El problema es si se trata de una profecía o de una constatación.

La tesis de Vacca se basa en la degradación de los grandes sistemas típicos de la era tecnológica que, demasiado vastos y complejos para ser coordinados por una autoridad central y también para ser controlados individualmente por un aparato directivo eficiente, están condenados al colapso y, por interacciones recíprocas, a producir un retroceso de toda la civilización industrial.

¿Qué necesitamos para hacer una buena Edad Media? Ante todo una gran Paz que se degrada, un gran poder estatal internacional que había unificado el mundo bajo una lengua, costumbres, ideología, religión, arte y tecnología y que, en un momento dado, a causa de la propia ingobernable complejidad, se derrumba. Y se derrumba por la presión que en sus fronteras ejercen los «bárbaros», que no son necesariamente incultos, sino que son portadores de nuevas costumbres y de nuevas visiones del mundo.

Por instinto se perseguía la fe que, a la larga, parecía más letal para el sistema, pero, en general, una gran tolerancia represiva permitía aceptarlo todo.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Cupido equivocó la flecha

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Marcel Proust  
~  
Un amor de Swann.

1.


Los instintos son herramientas imprescindibles para la supervivencia de cualquier animal, pues de ellos obtiene hábitos de comportamiento que le permiten saber de manera innata lo que tiene que hacer sin esperar a que el mundo le proporcione una enseñanza. Las arañas saben desde el momento de su nacimiento cómo tejer sus complejas redes, como si su sistema operativo innato incluyese de serie las complejas reglas ingenieriles que necesita para llevar a cabo tan exigente tarea. Los peces saben nadar desde su misma llegada al mundo, los renacuajos saben saltar, las abejas construyen sus panales como autómatas, sin atravesar un período de aprendizaje. Ver a un animal comportándose de manera espontanea conforme a sus instintos es muy emocionante, porque tiene algo de milagroso: ahora mismo veo desde mi ventana las bandadas de golondrinas organizándose para su emigración invernal al sur, un fenómeno milagroso que ellas llevan a cabo de manera exquisita sin siquiera saber qué están haciendo ni porqué, animadas por un instinto que las insta a organizar su travesía sin siquiera informarlas del motivo de tal fatiga. Los movimientos unísonos de las bandadas sobrecogen, precisamente, por su condición autopoiética, por tan perfecta, majestuosa y silenciosa sincronía sin batuta, garantizada únicamente por el ímpetu omnipotente e invisible del instinto.Perdónales señor, porque no saben lo que hacen.



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