Sistema de teorías / Teoría de sistemas
Francisco Varela / Humberto Maturana
Francisco Varela / Humberto Maturana
Contrariamente a lo que
indirectamente posulaban Alan Sokal y su cohorte de cientificistas catetos de
pensamiento plano, el auténtico conocimiento (o al menos el más libre) se da en los intersticios entre
ciencia y filosofía, dos dominios cuya secular rivalidad (y correspondencia) tiene
menos de incomposibilidad epistémica que de barriobajera disputa de poder: el
poder de presentarse como el legítimo poseedor de la verdad respecto a un
determinado objeto de estudio. Especialmente desastrosa ha sido (y está siendo)
la petulancia de los físicos teóricos en la gestión de sus verdades, aunque
probablemente sea la genética el campo en el que los filósofos deben
mostrarse más suspicaces y beligerantes: mediante neurociencia y genoma, la
tecno ciencia se apropia de manera cada vez más pasmosa e indisimulada de
competencias que tradicionalmente han sido estudiados desde las ciencias
humanas. La búsqueda de territorios de conocimiento interdisciplinares es no ya
saludable sino imprescindible, pese al peligro de caer en pensamiento blando del
tipo “Redes” y sus peligrosas simplificaciones new-age para el ciudadano de
clase media moderadamente cultureta. El mundo “Redes” se está convirtiendo en
algo así como el “sentido común epistemológico” del urbanita universitario
occidental del siglo XXI (es decir, de todo lo que nos rodea) por lo que
siempre hay que escuchar con espíritu radicalmente crítico los memes que van
siendo difundido en ese tipo de medios, que luego se incorporan a la cultura
pop a través de libros de autoayuda cuántica o entrevistas pintoresquistas a
premios Nobel en los suplementos dominicales.
Dos de los más respetables
pensadores en ese crossover filosofía / ciencia son Francisco Varela y Humberto Maturana, dos
personajes muy poco conocidos a nivel general pero cuyo impacto en la cultura
contemporánea, pese a su invisibilidad, es descomunal: ellos fueron de los
primeros en plantear los fenómenos de autopoiesis, que han tenido una
importancia brutal, por ejemplo, en las corrientes económicas liberales. Casi
nada. Así a lo tonto y partiendo de la biología, estos dos científicos
plantearon una forma de abordar la organización de los sistemas que, como un
tsunami, ha empapado la sociología, la neurobiología, la ecología, las finanzas
o el urbanismo. Es más: el saludable colectivismo y asociacionismo asambleario
de los nuevos colectivos de urbanistas deberían estudiar con mucha atención el
trabajo de estos dos importantísimos pensadores, cuyas ideas tienen
consecuencias de gran calado cuando se aplican a la inquietante evolución de las ciudades. No estoy
familiarizado con las sutilezas de su trabajo pues sólo los estudié cuando me
dio por la biosemiótica (campo en el que son dos titanes), pero su nombre
aparece constantemente en las bibliografías de papers sobre topics tan dispares como música industrial,
teoría política, lingüística o ecosofía. Insisto en que estos dos científicos
son auténticos “tapados” (o “secretos bien guardados”) de la cultura del siglo
XXI, así que dejo linkeadas sendas entrevistas en un mismo programa televisivo
de Chile, su país de origen.
Sorprende la erudición de ambos y
la soltura con la que manejan citas a Heidegger, teología medieval, semiótica, zen,
globalización o arte. La entrevista a Varela es especialmente ilustrativa por
su posicionamiento respecto a la fenomenología y Spinoza, que como decimos a
menudo son las dos grandes corrientes sobre las que se fundamenta el “sentido
común” de la episteme contemporánea. Interesantísimas sus sencillas y sensatas
reflexiones sobre el concepto de “lugar” en el contexto de la mundialización
(cercano a la idea de desterritorialización), asunto omnipresente en la
entrevista a Maturana (cuya retórica es más cursilona y blandiblup IMHO). Por
lo visto, pese a haber trabajado muchos años juntos, ambos acabaron tarifando
al llegar a diferencias irresolubles en sus respectivas posturas intelectuales
(o quien sabe si por las trifulcas ególatras habituales en este tipo de grandes
divos). Gossipeos al margen, dos charlas muy amenas que muestran a dos
científicos que se visten por los pies, y a situar en la majestuosa genealogía
intelectual de pensadores interdisciplinares junto a Prigogine, Schrödinger,
Bateson o Sheldrake. Los que quieran profundizar en el trabajo de estos pollos, tiene cantidad de entrevistas y papers de todo tipo, aunque sin duda todo aquel que se haya interesado por la "teoria de sistemas" se los habrá encontrado en más de una ocasión.
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