La antimateria... y Hollande
Ok. Acción-reacción. Pero ¿de dónde puede surgir la emergencia de una primera acción?
¿De una colisión?
¿De aceptar un desafío... por aburrimiento?
¿De oponerse al mal?
Según los físicos más actuales y su teoría de cuerdas, dicen que nuestro universo nació de un choque de branas.
Esto me recuerda una historia que leí no sé dónde sobre un chico joven cuyos padres pensaban que era mudo porque nunca habló hasta cumplir los veinte años. Un día estaba sentado junto a sus padres tomando un café, cuando de repente dijo: ¿me pasáis el azúcar? Entonces su madre, asombrada, le preguntó: hijo, pensábamos que eras mudo ¿por qué hasta ahora no has dicho nada? A lo que el hijo respondió: es que hasta ahora todo había sido perfecto.
¿Será acaso el malestar y el odio un motor más potente que el amor? Sí -dirán los filósofos-, pero porque tememos perder lo que amamos. Porque algo amenaza lo que amamos y lo convertimos así en un leitmotiv mayor que el mismo deseo. Eliminar “el mal” lo convertimos en nuestro gran hábito o en nuestra gran coartada -según cómo se mire-. Pero no es una consecuencia “positiva”, sino una anticonsecuencia a la cual nos resistimos y que sin embargo, y muy a nuestro pesar, nos arrastra.
“La transparencia del mal” lo llaman algunos.
“No soy bella, soy peor” decía Marie Dorval -actriz francesa del siglo XIX-. Y ahí seguimos en el XXI.
Pero no es metafísica, ni dialéctica, ni semántica, ni semiótica; es física matemática: pura fractalidad dislocada -que no rota- por una singularidad atractiva venida de otro mundo. Y año cero también para cualquier nuevo mundo que siempre aparece en el devenir, colisiona, desafía y se opone a nuestro también extraño mundo para “el otro”.
Y al hilo de todo este asunto de la “aparición” o de la “creación”, resulta también paradójicamente creativo que aparezca de repente un presidente francés apellidado Hollande. Nos remite inconscientemente a Holanda, cuna de la especulación burguesa, donde ya en el siglo XVII sumió al país en la miseria debido al ex-orbitante precio de sus tulipanes. Tulipomanía lo llamaron. Es tan absurdo que sin duda estamos hablando de la naturaleza humana. Una naturaleza paradójica e inconscientemente creativa, por cierto, y mal que nos pese. En fin, dejémoslo en naturaleza “a secas”.
También es curioso que hace poco los científicos han demostrado que el vacío no está vacío. Que existen unas partículas a las que han llamado bosones de Higgs, que aparecen y desaparecen casi instantáneamente -creo-, pero que son las que dan forma -y por tanto existencia, es decir sentido, a lo que llamamos materia -esa “cosa” que se copia a sí misma, que se re-produce, que se duplica y reduplica bajo leyes matemáticas fractales y automáticas hasta que también desaparece, claro-.
Resulta pues curiosísimo que gracias a la antimateria -también implicada en este escurridizo asunto- exita la materia, o más concretamente un “campo” -el de Higgs-, en el que la materia no queda anulada por su especulador espejo. Es decir que gracias a toda dualidad ant(i)agónica aparezca toda fuerza creadora en un campo favorable a la “no especulación”.
Pero como veremos, tal vez la mistificación sí tenga un antisentido paradójicamente sofronizador: una pulsión de muerte freudiana, una voluntad inconsciente de desaparición, o un simple intento de olvidar la muerte... y con ella la vida, claro. Porque cuanto más conscientes somos, cuanto más recordamos, más necesitamos olvidar, creo. Aunque si algo no deberíamos de olvidar es que vivimos en una era de explosión informativa: un caos cognitivo para nuestros viejos cerebros biológicos, que contra todo pronóstico, continúan funcionando en una contracorriente histórica, aunque no se sabe por cuánto tiempo, claro.
De momento Hollande ya ha decretado un impuesto del setenta y cinco por ciento para las rentas que superen el millón de euros al año. Y además en su programa político dice estar dispuesto a prohibir que los bancos tengan sucursales en los paraísos fiscales. Todo un gesto de desaparición y también de especulación dialéctica -habría que añadir- para el capitalismo más neocon.
Aunque otro tipo de especulación en este vacío histórico aparecerá sin duda, una vez que el sentido de la existencia humana -en el “campo” o el discurso del consumo de materia, de experiencias, de drogas, de trabajo... y de sed de justicia, de liberación, de identificación, de profesión, vocación o de “sentido” hayan desaparecido también al mismo tiempo, claro.
En fin, la única conclusión que se me ocurre -a modo de moraleja- es que ha llegado la hora de crear escuelas para aprender a olvidar, porque hace tiempo que el ser humano es la única especie que muta sin desaparecer físicamente.
La sofronización y la amnesia -individual y colectiva- es algo que también copiamos culturalmente, aunque todavía no ha sido estudiada con suficiente lógica y profundidad creo, pero que sin embargo es una necesidad física y metafísica de indudable valor para mantener una metaestabilidad mínimamente duradera, sobre todo tras descubrir que las “cosas” no duran tanto. O dicho de otra manera: que son sumamente inestables debido a la especulación.
Pero además es algo que a partir de ahora se va a hacer muy necesario. Ahora cuando la re-producción genética está en franca decadencia, y cuando la inmortalidad física está a la vuelta de la esquina -dicen también los científicos-. De hecho yo creo que ya estamos viviendo más que nuestros antepasados, aunque sea virtualmente al otro lado del espejo -o de la pantalla-.
De modo que si el mayor logro de la Grecia antigua fue crear escuelas para aprender a ser -cualquier cosa que se quiera ser, decían-. Ahora habrá que crear escuelas para aprender a no ser; es decir para no ser nada identificable -alteridad radical que dicen otros- fuera del alcance de la especulación el mayor tiempo posible. Porque cuando todo el trabajo de re-producción lo hagan las máquinas, el ser humano será inservible para esa obcecada expansión material en la que se vio com-prometido el universo desde el Big Bang. El ser humano no podrá identificar nada ya, mientras que él o ella serán muy fácilmente identificables y por tanto “especulables”. Y es así como entraremos -aunque hace tiempo ya que estamos entrando de lleno- en el terreno del arte. En el terreno de la creación singular
ant(i)agónica.
Por cierto, siguiendo esa teorías física de que la materia saca su energía creadora de la antimateria -con la ayudita del boson de Higgs, supongo-... ¿a quién pude oponerse el ser (humano) para desarrollar su potencial creador si no es a sí mismo?
A mí me parece que entramos en una época antimaterialista, sí, pero no ya metafísica ni espiritual sino ant(i)agonista: una época creadora en la que aparecen y desaparecen muchos mundos posibles -como las ideas-, pero que para que formen “masa” necesitarán de un invisible y escurridizo “boson de Higgs”. Un nuevo campo donde florecer. Porque supongo yo que algo nuevo florecerá, digo yo, no sé.
La gran lección de nuestra sociedad actual de masas creo que inconscientemente ya nos está entrenando en la aparición y la desaparición del individuo. De momento apareciendo en uno o varios grupos al mismo tiempo e incluso sin estar en ninguno de ellos “de facto” -lo mismito que un quark-. Pero vete tú a saber dónde apareceremos y de dónde desaparecemos ahora -nueva incertidumbre radical que nos devuelve a nuestros orígenes más “primativos”-.
Y aunque puede que todo esto sea pura especulación y pensamiento mágico... a decir verdad... ¿no sigue siendo la vida un puñetero “milagro”?
¿O es que acaso muchos de nosotros no nos sentimos ya ajenos a esta especie a la que “pertenecemos”?
Aunque siempre habrá, sin embargo, quienes seguirán prefiriendo “la fragilidad de las apariencias a la fractalidad matemática” de la ciencia, claro. Y es que una cosa no excluye a la otra, aunque se prefiera en determinado momento, claro.
Pero yo me pregunto: ¿acaso no se trata del mismo mito? ¿no se trata de lo mismo sólo que más imitable, copiable o reproducible? Porque... ¿no es a caso el ser humano el mejor imitador del universo -cerebro incluido imitando la galaxia, dicen-?
¿O son los virus acaso más que los humanos, los más suicidas y sin más conciencia del universo, los que devorando a su huesped se devoran a sí mismos en un éxtasis de desaparición?
Ya lo dijo Pasteaur antes que Higgs: “los virus no son nada, el terreno lo es todo” -por cierto, yo tengo Linux :-)
Así que siguiendo esa nueva corriente de la física a la que llaman
podemos concluir que la realidad -el terreno- lo estamos creando y destruyendo nosotros constantemente. Y no me refiero metafóricamente.
Si consideramos que el telescopio y el microscopio son instrumentos científicos, de la misma manera podemos considerar el ojo como un instrumento científico, también el tacto -la mano-, el gusto -la boca-, o el cerebro -claro- (que como el universo tal vez sirva para algo o para nada ¿?)
Pero si nos paramos un poco a pensar con este último instrumento, podemos darnos cuenta que todos los utilizamos en un doble juego. Por una parte para percibir y discurrir lo que nos rodea y por otro para actuar en lo que nos rodea. De ahí esa frase que dice “la tecnología no es neutra”, porque de ahí sale eso que llamamos “realidad”, y que por eso no es tan sólo nuestra “realidad”, sino aquello con lo que interactuamos en mayor o en menor medida, y con mayor o menor conciencia. Por ello la realidad no es un ente abstracto, ni subjetivo, ni por supuesto inmutable... y resulta ser tan modificable como lo pueda ser cada uno de nosotros... o más.
Los medios de comunicación no nos cuentan toda la realidad porque nadie puede hacer eso. Nos cuentan fragmentos de la realidad y después elaboran un dis-curso, que conformará un mito con más o menos seguidores. Una “película” que nos podemos creer, criticar, admitir, rechazar e incluso desfragmentar. Pero... ¿es que acaso no funciona así también la vista, el tacto, el olfato o el oído... con fragmentos que se juntan con recuerdos tras un -más o menos- largo aprendizaje de presuposiciones?
No Robots from YungHan Chang on Vimeo.
Claro que... D&G (Deleuze y Guattari) ya dijeron que “el pintor no pinta sobre una tela virgen, ni el escritor escribe en una página en blanco, sino que la página o la tela están ya cubiertas de tópicos preexistentes, preestablecidos, que hay primero que tachar, limpiar, laminar, incluso desmenuzar para hacer que pase una corriente de aire surgida del caos que nos aporte visión”.
Así que puede que algunos amen sólo la pura negatividad por lo que de creadora tiene -una emergencia constante contra un desvanecimiento continuo-, tal y como sucede en la molécula del ADN. Formación y deformación del ADN -forma ant(i)agónica pura de pares que no se juntan jamás, que no se reconcilian nunca, pero que son quienes arquitecturan el movimiento constante de un determinado tipo de materia: la vida.
Claro que... como dice otro famoso teórico de este asunto: “es posible que los actores inconscientes sean más activos en el proceso que los que se dedican a pensar”.
¡Qué puñetero es este Baudrillard! ¿Pero no habíamos quedado en que era lo mismo?
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ResponderEliminarMe ha encantado el post, y me ha hecho pensar mucho. No cambié nada -faltan videos que no dejan insertar- excepto algunos links en ciertos conceptos que creo necesitaban un matiz. más, más!
ResponderEliminarPor cierto, hay algo sobre la antimateria especialmente indicado para arquitectos :-)
ResponderEliminarhttp://www.tesisde.com/t/borrar--accion-espaciadora/818/
Gracias!!! qué buena pinta!!!! temón para una tesis, ya por la elección del asunto se merece un diez. le echaré un vistazo a ver qué se cuenta, y es de 2005!!! pues el asunto está de plenísima actualidad.
Eliminarpor cierto que tu modelo "materia + antimateria = 0" es muy sugerente... aunque es muy optimista, o muy pesimista según se mire. Quizás ese "cero" incluso sea mejor que tanta entropía sin sentido que no conduce a nada. Esa energía libre desnortada ¿es el mejor de los mundos posibles? en cualquier caso es el único mundo posible.
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