Contrayendo / contraviniendo (histeria / historia)
) ) ) El relato multidiverso, ilustrado por Miki Takahasi ( ( (
1.
Relato y no contradicción
Supongo que debemos
responsabilizar a Foucault de la recurrencia con la que la dicotomía entre “discursos”
y “prácticas” se presenta en los papers universitarios de hoy en día, y
en el trabajo de académicos, doctorandos y demás operarios de la industria
intelectual. El concepto “discurso” me parece problemático e incluso
insuficiente para dar cuenta de los fenómenos que significa, pues lo
“discursivo” remite quizás a un orden trascendental que ensombrece su condición
siempre inmanente, efectiva y afectiva: por lo general, el término “discurso” se
utiliza para nombrar construcciones comunicativas con significación y sentido,
con cierto grado de autonomía o auto-conclusión (es decir. delimitado en algún
punto o principio), y cuya aprehensión se efectúa mediante el intelecto, reflexivamente. Para
sistematizar el tipo de construcción intelectual que suelen referir los
“discursos”, prefiero el término “relato”, más amplio y que evidencia etimológicamente su papel de relación, remisión, o expresado en jerga materialista, religación.
Es una pena que el “Diferencia y repetición” (de ahora en adelante, Dif/Rep), tan meticuloso en sus
especulaciones lingüísticas, carezca de un capítulo dedicado a la construcción
de los relatos, una ausencia que (hasta donde yo sé) es extensible al conjunto
de la obra de Deleuze, a resultas de lo cual los monaguillos deleuzianos
recurren al “La palabras y las cosas” para estos asuntos. Una pena, pues el Dif/Rep lo tenía a huevo
para estirarse hasta construir una teoría completa de los relatos, aunque
quizás esa figura potencial sea más o menos equivalente a lo que en “¿Qué es la
filosofía?” se llamará “plano de inmanencia”: un dominio autónomo de los
conceptos en el que éstos se fundan como ensamblajes lógicos entretejidos, en
el que todos participan unos de otros en un orden que se puede recurrir en
infinitas direcciones y sentidos, pero limitadas por su necesaria coplanaridad
(que será precisamente su inmanencia o incluso, se me ocurre, su “principio derealidad”). En su trenzado esencializante entre diferencia y repetición, del Dif/Rep se plantea que los conceptos son, incluso en su despiezado más
minucioso y absoluto, en su “elemento mínimo”, relatos, es decir, sistemas de
relaciones (y no sólo diferencias, tal como afirmaban otras lingüísticas) que
reverberan, rebotan, se retroalimentan entre sí: la realidad tiene forma de relato de relatos, y cada uno de esos relatos menores es un ensamblaje de otros relatos, y así sucesivamente, habiendo quien considera que el orden de estas
estructuras sea del tipo matrioska (jerarquías concéntricas donde unos relatos
contienen a otros, con los que se relacionan analíticamente) o y quien las
modeliza como rizoma (irreductible a un orden de escalas o filiaciones). Pero en cualquier
caso, nuestro acceso a la realidad, en cuanto imperativamente resultante de una
codificación o significación, toma cuerpo en la forma relato: disposición de
las cosas mediante relaciones de mutualidad, correspondencia y complementariedad.
Tal y como lo estoy definiendo, ejemplos de relato son el sistema legislativo (que ecualiza la realidad
remitiendo cada fenómeno a un índice de legalidad o ilegalidad), la medicina
occidental (donde todo se ordena bajo el amparo de unos determinados axiomas
sobre la teleología del cuerpo, que a su vez remiten a otros relatos como el
bioquímico, el físico, el termodinámico…) o cualquier otro “gran relato”
profesional, que dista mucho de componerse únicamente por categorías técnicas
puesto que (y recupero la magnífica figura de ls representaciones pushmi-pullyu)
su lógica distribuye todo tipo de prescripciones deontológicas.
Fundamentalmente, lo que hacen los relatos es localizar los fenómenos,
posicionarlos “en su sitio” dentro de un sistema de relaciones, que acostumbran
a ser de causalidad. De ahí, que por lo general “relato” suela utilizarse como
un concepto propio de “lo narrativo”, lo cual es inexacto: los relatos no
necesitan desarrollar una sucesión de acontecimientos para efectuarse, pues
funcionan “fuera del tiempo”, su organización de las cosas es sincrónica en la
medida de lo posible. Componiendo la infinidad de relatos que nos atraviesan y
producen, obetenmos ese “gran relato” que es la Realidad, o el relato
último, el continente final en el que todos los demás microrelatos han de
establecer su suelo: de hecho, la filosofía históricamente ha venido matizando
cada uno de esos grandes relatos de lo real buscando incongruencias, pues un
requisito fundamental desde Aristóteles es el principio de no contradicción,
sea considerado ontológicamente (la realidad no puede ser en sí
contradictoria) o gnoseológicamente (puede que lo real sea contradictorio,
pero la estructura de nuestro pensamiento nos impide pensar simultáneamente
términos mutuamente excluyentes).
El libro de Meillassoux es muy
interesante por el nuevo relato de lo real que despliega, basándose en el
principio de la absoluta necesidad de la contingencia: es decir, según él,
nadie puede asegurar que mañana el sol no vaya a salir por el norte en lugar de
por el este, pues el hecho de que hasta ahora su comportamiento haya cumplido
un determinado orden, no implica que ese orden se vaya a mantener
indefinidamente. Según este “Alter Finitude”, la ciencia funciona con
estadísticas de recurrencias basadas en hechos constatados, pero las leyes de
la naturaleza en las que confiamos podrían cambiar espontáneamente y sin previo
aviso. A fín de cuentas el “Big Bang” fue una singularidad (acontecimiento
disruptivo de la normalidad espaciotemporal), un hecho milagroso, y ya que la
génesis universal es en sí un accidente incausado, cualquier otro “milagro” se
puede producir en cualquier momento: la realidad es completamente libre en su
comportamiento, pues no tiene detrás a un Dios que la organice y a cuya
legislatura deba dar cumplimiento. El Ser es un campo anárquico, volátil, y la
única necesidad que salva Meillassoux es el principio de no contradicción. Una
postura que puede parecer nihilista (refuta cualquier estabilidad ontológica
necesaria, incluso referente a espacio, tiempo o sustancia) pero en el fondo, a
la gente de nuestra generación, nos resulta optimista.
2.
Una crisis en doublespeak
Califico de “optimista” el
sistema de Meillassoux (fundante del realismo especulativo) porque nuestra
generación está acostumbrada a sobrevivir precariamente en una realidad
absolutamente contradictoria, lo cual contradice (¡) el principio aristotélico que negaba esa posibilidad.
Estamos sometidos a una oferta de relatos y microrelatos de una diversidad
inabarcable, cada uno de ellos cumplidor de una lógica intrínseca, pero que
entre sí son imposibles de componer en un orden relativo común: la nuestra, más
que la cultura de la incertidumbre (como se ha reconocido mil veces)
seguramente sea la cultura de la contradicción, y por tanto de la falta de
identidad (esencia que no sé si hemos perdido, o si hemos simplemente dejado atrás).
Recordaréis aquel concepto tan
bonito de “1984”
que era el “doublethink”, la pieza más radical de la “neolengua” y consistente
en el uso contradictorio de las palabras: en el libro, los ciudadanos eran
capaces de pensar simultáneamente dos ideas mutuamente excluyentes si así lo
requería el Gran Hermano (con los célebres enunciados del tipo “war is peace”).
El concepto orwelliano era tan brillante que ha dado lugar a toda una escuela
de estudios culturales dedicada a estudiar ese “doublespeak” que ha empapado
los discursos de nuestra civilización: la entrada al respecto en wikipedia
remite a un montón de pensadores que rastrean ese tipo de fenómenos
lingüísticos aunque la mayoría de ellos, por lo visto, lo hace desde una perspectiva
distópica, conforme al ideario de Orwell. Según leo, estos investigadores del
doublespeak lo que hacen fundamentalmente es rastrear los relatos en busca de
incongruencias o usos imposibles y tramposos del lenguaje, guiados en última instancia por una entrañable
y nostálgica búsqueda de la verdad… lo, cual, en mi opinión, es una estrategia ya
anacrónica: los que estudian el doublespeak con actitud inquisitiva creen
todavía en el principio de no contradicción, en la posibilidad de un “plano de
inmanencia” plenamente coherente, cuando IMHO la marea de fondo de todo este
universo de ambigüedades es que compromete la idea de “verdad” hasta sus
fundamentos: el doublespeak de hoy en día no es únicamente el uso
instrumentalizado de él que hacen políticos o creadores de opinión, sino la
estructura misma, sincrética, de nuestro relato de la realidad, desmantelado
ahora en mil micro-relatos incomposibles (y me remito de nuevo a la realisis de
la que hablaba hace unas semanas).No son trampas orquestadas desde el poder: es un fenómeno mucho más microbiótico, como si el aparato cognitivo de nuestra especie se dirigiese inexorablemente a un abismo donde las verdades ya no son únicas, sino múltiples.
Este fenómeno de comprensión y aceptación
simultanea de relatos mutuamente excluyentes creo que a todos nos está
afectando en lo que respecta a nuestro entendimiento de “la crisis”: se han
hecho tantas lecturas sobre su etiología, circula tal cantidad de versiones
diferentes sobre sus causas y consecuencias, y se han formado un número tan elevado
de explicaciones (todas ellas lógicas, coherentes, verdaderas) que,
sencillamente, es imposible seleccionar la verdadera por encima de todas las
demás, pues todas ellas son equiparables en su “índice de veracidad”. Pongo
algunos ejemplos de relato descriptivos de la crisis, construido cada uno de
ellos sobre un determinado principio causal, una teleología eficiente, un
subtexto moral y, fundamentalmente, una distribución de responsabilidades como
objetivo final de cada uno:
* Hay quien afirma, en la estela
de PP.CC que la crisis es de etiología inmobiliaria, causada por un contubernio
perverso de grandes fortunas y políticos populistas, que se confabularon (¡ojo!
Consciente… o inconscientemente) en la sombra para organizar una estafa
colectiva cuya explosión inevitable es lo que sufrimos ahora.
* Una versión alternativa (la de
Ricardo Vergés, por ejemplo) remite el origen del problema a los momentos
previos a la implantación del euro, pues tanto Alemania como Francia, para
lidiar con una crisis de las dot com que a punto estuvo de ser letal para sus
economías, colocarían sus excedentes de liquidez en los países del sur,
consiguiendo con ello “exportar inflación” e invertir en un retorno a interés
razonable, desencadenando un desequilibrio entre deudores y acreedores en
Europa cuyo resultado debía ser necesariamente el que todos conocemos.
* Otros afirman que el problema
se debe estrictamente a la avaricia especulativa de los inversores de Wall Street, sumada a un impresionante desarrollo de sus técnicas informáticas de
inversión a principios de los dos mil, que provocó una vampirización (o incluso suplantación) de la
economía real por parte de la financiera para la que la legislación existente
(que no contaba con los efectos de esas nuevas tecnologías de inversión,
altamente sofisticadas) no estaba preparada.
* Por otra parte, muchos aseguran
que lo que está pasando es consecuencia de la drástica bajada de intereses por
parte de la Reserva Federal
durante la resaca del 11s, una medida desesperada por parte del imperio
americano para financiar su agenda bélica, creando una sobredosis monumental de
crédito y deuda que sería en última instancia la causante de los problemas actuales.
* Los hay que piensan que en
realidad la causa es la implantación del dinero Fiat y la supresión del patrón
oro, es decir, remiten a la necesidad de Nixon de financiar la guerra de
Vietnam con dinero salido de una chistera, y la consiguiente continuación de la
virtualización de la economía con eventos como Breton Woods, la política de
Greenspan y Bernanke, el “consenso de Washington”, el new deal que supuso la
tercera vía de Blair y Clinton, y demás cumbres de la globalización.
* En plan maximalista, la
izquierda canónica cree que asistimos sencillamente al colapso del capitalismo
como consecuencia de su propia inercia estructural, que tiende a derivar en
burbujas de sobreproducción de periodicidad cíclica, cada vez más virulentas, y
que a medida que ha ido acentuando los desequilibrios y diferencias entre
clases ha ido construyendo la “madre de todas las burbujas” a cuyo pinchazo
estamos asistiendo.
* Muchos afirman que el
movimiento de fondo al que asistimos es a la progresiva pérdida de poder
relativo de occidente en el panorama global, con lo que el crecimiento de las
economías BRIC (fundamentalmente China) ha ido endeudando a Europa y USA hasta
niveles insostenibles, de tal manera que esta crisis es el fin del imperio
americano y la ascensión al poder de un nuevo orden económico global
orientalizado.
*… y muchos creen sin embargo que
lo que ha pasado es que el sistema ha alcanzado el límite físico a su capacidad
de expansión, es decir, la tierra no puede ofrecer más recursos con los que construir
nuestros caprichosos cachivaches ni seguir absorbiendo la mierda contaminante
que generamos, fenómenos entre los que destaca como evento crítico el “peak
oil” o momento cumbre en la explotación petrolera en la que la relación entre
costos de extracción y precio de venta hace que el precio del oro negro vaya a
partir de ahora a subir indefinidamente (pues las reservas que quedan se
localizan en contextos de cada vez más difícil acceso, y por tanto el coste de
su obtención es cada día más oneroso).
Ufff… menuda lista, y eso que me
dejo en el tintero unas cuantas teorías igualmente lógicas y coherentes. ¿Cómo
saber cuál es la verdadera? Es imposible porque ninguna lo es, o mejor dicho,
todas lo son: es decir, no hay una pieza que falte y que haga que unas teorías
se confirmen y otras se neutralicen (la resolución de "la verdad" ya no es detectivesca), no hay que “investigar” lo que ha pasado
porque tenemos todas las piezas del rompecabezas… el problema es que esas
piezas se pueden poner en relación de múltiples maneras, cada una de las cuales
generará su propio índice de responsabilidad, sus expectativas y su realidad.. Como ciudadanos, gestionar en
nuestras cabezas todas estas teorías, priorizar unas sobre otras, desarrollar
nuestra propia interpretación de los hechos, implica un trabajo cercano a la
esquizofrenia puesto que, sencillamente, carecemos de un “gran relato” que sea
capaz de dotar de suelo dogmático a una sola teoría de entre todas las demás.
Yo por ejemplo creo que todas ellas tienen razón, lo cual me lleva a muchas
contradicciones: ¿son culpables los banqueros o lo somos los ciudadanos?
¿Europa lo ha hecho bien o lo esta haciendo mal? ¿Estados Unidos tiene la
responsabilidad de todo, o pudríamos habernos implicado en el asunto? ¿hay un
fundamento cultural o “de civilización” en todo esto? Me veo obligado a
responder simultáneamente que sí y que no a cada una de esas preguntas. Quizás
es que me estoy volviendo loco, o que en mi lectura de Dif/Rep he sido más
deleuziano que Deleuze.
3.
Multi-determinación y multi-diversidad
De esta situación de exposición a relatos contradictorios, sólo tengo una cosa clara: esta nueva forma de estar
en el mundo no es transitoria, no va a terminarse, sino que anuncia posiblemente una nueva metafísica de "la verdad" para la civilización subsiguiente. Se acabaron los días en que uno estaba obligado
a decidir, a elegir un relato desechando los demás (una actitud insostenible en la globalización cultural, donde la convivencia y el respeto con el relato ajeno exigen una relativización del propio), y la deriva que ha tomado la historia es hacia
la ambivalencia, la simultaneidad de contrarios, la incongruencia entre partes,
la incomposibilidad, el doublethink, el dobluespeak. En otra ocasión hablaré
sobre cómo creo que ello afecta a nuestras identidades, pero lo resumo
reconociendo que debemos acostumbrarnos a una realidad múltiple en la que
debemos actuar constantemente como agentes dobles.
No obstante, a escala personal
esto no supone un gran problema: a fin de cuentas, Lacan legitimó a los
bipolares que somos capaces de instalarnos sin problema en la incoherencia y la
multi-determinación (que equivale a eso a lo que los carcas llamáis
“indeterminación”)… el problema del asunto es cómo construir una comunidad en
estos términos. ¿Cómo producir y gestionar lo común en un mundo donde cada relato despliega una lógica igualmente respetable? Se necesita dramáticamente
una nueva dialéctica de la pluralidad para solucionar los problemas de la
globalización, y no me cabe duda de que antes o después alguien encontrará la
forma de hacer cultura en este mundo incongruente de manera más apacible.
Mientras tanto, habrá que estar atentos a un detalle crucial: cuál es el relato
sobre la crisis que al final es el que pasa a los libros de historia. Como
hemos dicho existen numerosas versiones susceptibles de ser utilizadas, pero
tal y como está planteado el sistema educativo sólo una de ellas se convertirá
en la versión institucionalmente aceptada. Por ahora no existe esa versión
oficial, pero cuando se produzca (cuando los poderosos se decidan por oficializar un determinado relato como el que menos los responsabilice o amenace su soberanía), se habrá dado un paso crucial en la
determinación de por dónde pueden ir los tiros en el futuro. Vuelvo a insistir
en que lo real es únicamente un relato (o constelación de relatos)… y es la
contienda entre los diversos relatos por instituirse en el verdadero lo que
determina los acontecimientos: excepto, claro está, que seamos capaces de mantenerlos vivos a todos ellos en su multi-diversidad, como un ecosistema de hipótesis potencialmente útiles, ninguna falsa, todas verdaderas.
de postre
,
t e m a z o
oye neno, cuando te pasas al whatsapp?
ResponderEliminar-x-
ResponderEliminarResulta muy ameno e instructivo tu relato… pero creo que al “status quo” también le interesa mucho que lleguemos a esa conclusión tan “relativista”. Y eso es lo que más me hace sospechar de tu relato. Aunque como tú dices que puedes pensar dos cosas contradictorias a la vez... eso te salva de un “ataque” furibundo a tu relato -de mi parte más radicalmente comunitaria, claro... que a su vez se opone a mi parte más radicalmente individualista, por supuesto-. Así que al final estoy de acuerdo y no estoy de acuerdo contigo :-)
Dice JB que “para reinventar un pensamiento no hay que hacer estallar la verdad de un sistema, sino su lógica”.
Aunque yo creo que de momento es el descaro de la verdad lo que más está cabreando a la gente, que la está haciendo estallar a diestro y siniestro, porque ya no logra seducirnos... o más bien compensarnos de nuestro olvido o de nuestro autoengaño voluntario, no sé.
Lo de hacer estallar su lógica... como ya dijo JC hace muchos años: “vendrá por añadidura”, supongo.
http://lighthousebcn.com/seis-cosas-que-debe-usted-saber-acerca-de-los-21-billones-de-dolares-que-las-personas-mas-ricas-del-mundo-esconden-en-paraisos-fiscales/
Temazo, sí
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