martes, 27 de noviembre de 2012

¿ Es la razón un parásito... en busca de la simbiosis perdida?




¿Es la razón un parásito... en busca de la simbiosis perdida?

Dice la wiki que la simbiosis es una forma de interacción biológica que hace referencia a la relación estrecha y persistente entre organismos de distintas especies. Y el criterio teórico para asignar las etiquetas de parasitismo, comensalismo o mutualismo es el efecto neto sobre la aptitud inclusiva del hospedador.

El parasitismo está profusamente extendido en la naturaleza, y en algunos casos puede ser el primer estadio de un proceso continuo que conduciría al mutualismo. En este estadio, el parásito debe atenuar la virulencia contra su hospedador y, entre otras adaptaciones, se desprende de una característica típica de todo organismo, su tendencia a reproducirse geométricamente auto-regulando esta tendencia; paralelamente, el hospedador deberá reaccionar neutralizando los efectos deletéreos de su parásito.

Pero como dice Lynn Margulis: “En cualquier momento esas asociaciones pueden disolverse, sus miembros pueden cambiar e incluso destruirse entre sí, o simplemente perder a su simbionte”. Este primer estadio simbiótico, el más inestable, se podría prolongar hasta estadios de integración muy elevados en los que, antes de alcanzar una relación mutualista ya se podría estar produciendo transferencia de material genético (simbiogénesis).

Desde el punto de vista inmunológico, el parasitismo puede considerarse un éxito si el parásito se integra en el hospedador de manera que no se le considere exógeno” dice Sánchez Acedo.


Así que al leer esto le he dado un par de vueltas a la cabeza con una pregunta del tipo de las que se hace Punset, y me he preguntado: pero entonces... ¿en qué nos diferenciamos de una nutria -simbióticamente hablando-?
Y la conclusión a la que he llegado, con la ayuda invisible de uno de mis psiquiatras “de cabecera” -R.D. Laing-, es que la nutria no tiene por qué preocuparse de descubrir quién es, a qué tiene que dedicar su existencia, y con quién tiene que relacionarse simbióticamente. Es más, entre todos los animales, tan sólo algunos simios y los seres humanos tardamos algún tiempo en descubrirlo. Y entre los simios que dedican algún tiempo considerable a descubrir lo que tienen que hacer, hay una especie curiosa que tarda más de media vida en aprender a partir nueces con una roca sin machacarse los dedos. Y ¿cómo lo hacen? Pues por imitación... como todo bicho viviente.





Sin embargo hay una sutil diferencia entre los simios cascanueces y nosotros los humanos. No todos nosotros tenemos -ni podemos tener- las mismas herramientas, que por otra parte iguala a las demás especies, es decir, los mismos dientes, las mismas patas o las mismas garras.
Entonces ¿por qué seguimos pensando en “nosotros” como miembros de una misma especie? Pues yo supongo que porque todos los humanos utilizamos cosas y palabras. Pero eso ya no es lo que determina a nuestra especie como pasa con el resto de las especies. Lo que la define más específicamente son las herramientas que utiliza, pero sobre todo cómo utiliza esa herramienta a la que llamamos cerebro -que relaciona precisamente las cosas y las palabras- y que es la que nos va indicando a quién debemos o podemos imitar.
El caso es que este asunto, antropológicamente hablando, pudo ser ignorado durante miles de años -quizás millones de años-, pero en el momento en el que un grupo de homínidos se identificó entre sí por medio de un lenguaje oral que no entendían otros grupos de homínidos, las cosas cambiaron por completo, y efectivamente, como dice la Biblia: “el verbo se hizo carne”. Y éste es el “quid” de la cuestión.
El lenguaje oral, el escrito -y todas sus derivaciones matemáticas y científicas-, aparece como un nuevo instrumento, pero tan ajeno al huésped, es decir al homínido, que bien podría considerarse un “parásito”. Parásito que alcanza el grado de mutualismo o simbiosis mientras se servían mutuamente para su supervivencia y desarrollo.
Los seres humanos desarrollaban la “corteza prefrontal”, mientras que el lenguaje se desarrollaba a su sombra bajo el nombre de razón y ciencia matemática, desarrollándose a su vez por las cosas que desarrollaba. Una simbiosis perfecta de estos tres “elementos”. O casi.






Las palabras interactuaron con las cosas simbióticamente y viceversa. Y por supuesto las palabras interactuaron más y más con otras palabras, surgiendo una especie de mundo paralelo. De tal modo que siempre -desde el principio de los tiempos-, las palabras han vivido simbióticamente con las cosas. O dicho de otro modo: cada uno de nosotros somos la “interfaz” de eso que llaman algunos “inteligencia universal”, pero que no es más que otra forma de expansión de la materia por el universo. Una forma, como otra cualquiera, de expansión y contracción universal.
Llegados a este punto tan reduccionista, obvio y hasta ridículo... entonces ¿a qué se supone que deberíamos de dedicarnos los seres humanos para vivir armónica y simbióticamente con las palabras y las cosas?
Pues aquí es donde a mí sólo se me ocurren dos cosas: a) al éxtasis febril y fabril de la fabricación simbiótica multiplicadora de artefactos -también conocido como homo faber-, y b) al éxtasis febril de la destrucción simbiótica reductora de artefactos -también conocido como homo ludens-.
Ambas respuestas pueden hacerse moviendo cosas o palabras, aunque ni unas ni otras podemos hacerlas ya por separado. Son dos posibilidades que viajan juntas e inseparables con nosotros, pero que viajan en paralelo, ya que los tres somos simbiontes. Sus fuerzas se extraen de sus contrarios, es decir que gracias a sus contrarios desarrollan una energía creadora, que no es más que un forzarse mutuamente para “alimentarse”, o lo que es lo mismo, para poder existir como “otro”. Pero en ningún caso por hacerle desaparecer, aunque esto no siempre resulte tan evidente, claro.





Sin embargo Fernando Savater en su libro “Nihilismo y acción” dice -matizando una frase de Schopenhauer- que “afirmar que todo saber verdaderamente tal debe ser científico, se transforma de inmediato en teodicea y apología”.

Unas pocas líneas después especifica que “no es pues la ciencia lo rechazado, sino las pretensiones de saber total que la ciencia se atribuye, porque bloquean el camino hacia posturas críticas y negativas de quienes han despertado de los sueños dogmáticos”. Y acto seguido recuerda unas palabras de Octavio Paz: “Quizá la metafísica de mañana, si el hombre venidero siente la necesidad del pensamiento metafísico, se iniciará como una crítica de la ciencia tal como en la antigüedad principió como crítica de los dioses”.

Pero si en su expansión, la inteligencia encarnada se come todo lo que pilla a su paso. En su contracción hace la digestión: simplifica y desmenuza lo adquirido para poder volver a expandirse... como cosa, como palabra o como su “huesped-interfaz” necesario -el humano-. Por eso -desgraciada o afortunadamente- no deberíamos de preocuparnos demasiado, puesto que virus, bacterias y demás parásitos antediluvianos, lejos de desaparecer, se multiplicaron por este mundo, y muy probablemente por otros. Para ello tan sólo ofrecieron a su huésped algo similar a lo que su huésped les había ofrecido a ellos en un principio... y ésa es su principal “moraleja”. Fácil de comprender pero complejísima de desarrollar, por cierto.
De modo que mi pregunta inicial ahora se ha transformado; y cuestionando a Pascal ahora me pregunto: ¿realmente todo nuestro racionamiento consiste en ceder a nuestro sentimiento?.. ¿o más bien ha ocurrido lo contrario? La respuesta es indiscernible.
Sin embargo yo diría que la respuesta la tienen “las cosas”. La seducción de su ambiguo y casi perfecto camuflaje ético-estético. Su indiferencia radical para absorber energía -aunque no niego que también nos la da, claro-. En fin, esas “cosas” a quienes tanto la razón como la emoción deberían de dar un gran “toque”... de atención, como de hecho, y desde muchos ámbitos, ya estamos haciendo, supongo :-)











3 comentarios:

  1. gran post, post dos, y además viene bárbaro con los temas que estamos comentando porque el próximo observer va un poco en el mismo campo...

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  2. me sé de una que viene así de serie :-)

    http://vimeo.com/53464059

    -x-

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  3. Bonita síntesis la de data viral, ideal y “acogedora”.

    Por cierto, encontré un vídeo muy elocuente sobre cómo empezó todo este asunto:

    http://youtu.be/9-5F3MT6Tkc


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