martes, 9 de abril de 2013

Genealogía de una descomposición


El mito de la producción y su código de circulación









Pasar de una especie a otra, de una forma a otra, es una forma de desaparecer, y no de morir.
Desaparecer es dispersarse en las apariencias. 
De nada sirve morir, también hay que saber desaparecer.
 De nada sirve vivir, también hay que saber seducir.

El cuerpo de la metamorfosis no conoce orden simbólico, sólo una sucesión vertiginosa en la que el sujeto se pierde en los encadenamientos rituales. La seducción tampoco conoce el orden simbólico. 
Sólo cuando se frena esta transfiguración de las formas entre sí aparece un orden simbólico, se erige una instancia cualquiera y se metaforiza el sentido de acuerdo con la ley. ”

                                                                                                                                                                    Jean Baudrillard
























Del rito al mito… y viceversa





Física y filosóficamente hablando, la naturaleza es aparente repetición. Si la diferencia existe es debido a una necesidad adaptativa al entorno, es decir a “la realidad” que impide la repetición, y que casi siempre resulta ser la pura acumulación de aquello que intenta volver a repetirse.

“Para un ser vivo que no comprende las relaciones causales ha de ser muy útil poder aferrarse a un comportamiento que una o varias veces ha resultado inofensivo, y capaz de conducir al fin querido” (Konrad Lorenz)

Así la mayoría de las especies ejecutarán ceremonias aprendidas de sus congéneres o desarrolladas por el propio individuo.

Pero el ser “humano” ha introducido el símbolo como una forma más –junto con los otros cinco sentidos- para poder evitar los peligros de la irreversible realidad, creando un mundo paralelo re-presentado (simulado). De esta manera la aparición del símbolo cambió radicalmente la manera biológica de la transmisión de información.

Por consiguiente la identificación entre “congéneres” se ha deslizado hacia un mundo simbólico ambiguo y puramente conceptual, en donde un niño criado con un lobo o una gacela (“niño feral”), se comportará como ellos, sin la posibilidad de convertirse en “humano” aunque conviva con “humanos” el resto de su vida.

Si pensamos en el mito hebreo del “pecado original” donde “La serpiente preguntó a Eva si Dios le había prohibido comer de algún fruto del jardín…”; observamos que “los conceptos básicos aquí son que ser humano equivale a separarse de la vida animal (con su inocencia o inconsciencia), y que saber nos equipara a dioses (por capacidad de creación y por discernimiento moral) (…) exigiendo de inmediato nuestro esfuerzo (…) Desde el principio toma el conflicto y la oposición como fondo último de la existencia” (Antonio Escohotado)

Pero el discurso mitológico no es arbitrario. Las primeras culturas urbanas –nacidas curiosamente por un calentamiento global que obligó a almacenar las cosechas-, son forzadas por el hacinamiento, a diversificar y jerarquizar el trabajo.

La sedentarización hace necesaria una nueva organización, en donde “los redistribuidores se convierten con el tiempo en tiranos, que publicitan sus “privilegios” tanto para intimidar a sus súbditos como a sus enemigos” (Marvin Harris)

De esta manera el conflicto y la lucha se aceptan como forma de vida “natural” en la que tiene que desarrollarse la existencia.

Un ejemplo actual de cómo nos dicen “los expertos” lo que “las cosas son”, es la actual crisis económica: “Como todos los analistas señalan, en el núcleo de la llamada crisis lo que hay es una pérdida de confianza, el que esa desconfianza se ahonde o se desvanezca depende, en muy buena medida, del modo en que los discursos vayan dando forma a un asunto tan volátil” (Emmánuel Lizcano)

Pero al margen del mito moderno del “capitalismo”, es el “psicologismo” el que ha hecho triunfar un modelo de vida “buena” y así lo ve el psiquiatra Guillermo Renduelles:

“Efectivamente existe menos infelicidad por motivos éticos, pero ¿quién se plantea hoy con rigor moral lo que estaría bien? A costa de psicologizar todos los asuntos humanos, el “comportamiento racional” se convierte en una autovigilancia contable de sentimientos y esfuerzos, tratando de sacar el máximo partido a cada situación. El antiguo examen de conciencia se ve así sustituido por preguntas tales como: ¿Me gorroneará mi pareja? ¿saco bastante provecho de mis relaciones sexuales o sociales? ¿me realizo en la crianza?

Ante cualquier alternativa la opción más probable es la que va a favor del lucro económico o de la sumisión institucional. Cualquier otra decisión en contra de esos intereses despertará por lo general sospechas de anormalidad, y cualquier decisión no institucional será considerada quijotesca o loca. Por esto, ese psicologismo que subraya que uno es el centro del mundo y que la comunicación con los demás es en principio logística y calculadora acepta los ciegos dictados de la economía de mercado elevándolo a principio de realidad, como si precios y relaciones de dominación fuesen lo natural, aquello ante lo que únicamente cabe decir: las cosas son así”.


 De pobres a ricos (en menos de dos siglos)





Si retrocedemos a finales del siglo XVIII y leemos a Adam Smith, en los escritos que inauguran el capitalismo en 1776 La riqueza de las naciones, dice que pobres son aquellos que “carecen no sólo de los productos indispensables para sobrevivir, sino también de todo aquello que a las gentes honestas, incluso de la última clase del pueblo, no puede faltar sin faltar a la decencia”.

“Para actualizar el mito, bastará que los científicos sociales posteriores, más avisados, omitan términos tan sesgados como el de “honestidad” y sustituyan otros tan acientíficos como “la decencia” por conceptos “objetivos” como “la sociedad global” (Emmánuel Lizcano)

De esta manera podemos observar cómo en cualquier época la explicación causal de cómo son las cosas nos hace “comprender” lo incomprensible, para que no haya en nosotros “disonancia cognitiva” (L. Festinger), es decir, contrasentidos que nos creen tensión.

Pero no se trata sólo de eso. Se trata, sobre todo, de esa necesidad ancestral de un “chivo expiatorio”, que en el caso del capitalismo es “la pobreza”, o más concretamente “los pobres”.

Para Emmánuel Lizcano la explicación es sencilla: “Aquello de lo que algo tiene carencia o defecto es así “su defecto”, ya entendido como imperfección, vicio, patología o delito, ya como rechazo a un proyecto social que olvida su particularidad para erigirse en global.

Y el número de carencias de “los pobres” es innumerable: se les acusará de un falta de “organización mínima”, por el hecho de privilegiarse las redes de organización informal (clan, vecindario, pandilla, banda…), tan despreciadas, cuando no temidas por las clases dominantes; falta de “capacidad para diferir la satisfacción”, que bien hubiera podido entenderse como “capacidad para una satisfacción inmediata” si ello no estuviera en flagrante oposición a un sistema de valores basado en su condena; falta de “capacidad para planear el futuro”, valor tan típicamente tecnoburocrático; “confusión de la identidad sexual”, por no compartir a menudo una muy determinada distribución de roles sexuales, etc.”

De esta manera el mito, no tratará tanto de configurar una explicación causal de los acontecimientos, como de elaborar otro mito que desvíe la atención, y en donde proyectar las frustraciones de semejante injusticia social, desequilibrio, o “disonancia cognitiva” –como se le quiera llamar-.


  De tontos a listos (en menos de un siglo)


Existen varias maneras de dejar de ser “pobre”, pero la más institucionalizada es sin duda la de aprender a ser listo, como si tal cosa dependiera sólo de la voluntad, de la que además, libremente dispusiera cada uno.

Con la escolarización, “pobre” no será ya quien no tenga títulos “nobiliarios” o de propiedad, sino quien no tenga al menos títulos “académicos” o escolares.

“Después del siglo XVIII, los primeros desarrollos de las contradicciones básicas de la sociedad capitalista limitaron aquella disolución de las distinciones de clase; esa disolución resultaba ya menos tolerable para las clases superiores, y éstas comenzaron a replegarse socialmente, geográficamente (a barrios especiales) y en lo referente a la crianza de los niños. 

En adelante reinaron los valores de la privacidad y el amurallamiento de la familia, que en alguna medida se extendieron por imitación a la vida de la clase trabajadora, en cuanto ésta era condicionada por los valores que imponían las clases media y superior gobernantes (…)

El niño fue entonces separado de la vida de la comunidad adulta por la familia y la escuela (…)

Cuando dejamos la escuela estamos tan condicionados y habituados al encasillamiento que en adelante nosotros mismos erigiremos nuestro casillero” (David Cooper)

Pero “el “clasamiento” escolar es un clasamiento social eufemizado (…) que tiende a transformar las diferencias de clase en diferencias de “inteligencia”, de “don”, es decir, en diferencias de naturaleza.

En otras palabras, habría que analizar todas las formas de legitimación de segundo orden que duplican la legitimación escolar como discriminación legítima, sin olvidar los discursos de aspecto científico, el discurso psicológico, así como las afirmaciones mismas que nosotros hacemos” –explica Pierre Bourdie en su artículo El racismo de la inteligencia-.



    De listos a omnipotentes (en menos de un lustro)



Para Paolo Virno, “en el análisis del capitalismo semiótico es importe descubrir qué relación existe entre los rasgos peculiares de la industria cultural y el postfordismo en general”, algo que no resulta tan evidente, y por tanto no es tan sencillo de explicar, al menos para Virno:

“La informalidad del actuar comunicativo, la interacción competitiva de una reunión de redacción, el sobresalto imprevisto que puede animar un programa de televisión, en general, todo aquello que resultaría disfuncional reglamentar más allá de cierto umbral en la industria cultural, se ha convertido hoy, en la época postfordista, en el núcleo central e impulsor de toda la producción social.

La industria de la comunicación (o “cultural”) desarrolla un papel análogo al que tradicionalmente desarrollaba la industria de medios de producción: es un sector productivo específico, pero que determina los instrumentos y los procedimientos operativos que luego se aplicarán ampliamente en todos los rincones del proceso de trabajo social, imprescindibles para analizar, por ejemplo, la producción de automóviles o del acero”.

Por el contrario, para Franco Berardi el proceso “semiocapitalista” está más claro, pero al mismo tiempo se explica de forma más abstracta:

“La sobreproducción es un rasgo característico inherente al capitalismo, porque la producción de mercancías no responde a la lógica de la necesidad concreta de los seres humanos sino a la lógica abstracta de la producción de valor. 

En el “semiocapitalismo” la sobreproducción es sobreproducción semiótica: un exceso infinito de signos que circulan en la Infosfera y que saturan la atención individual y colectiva.

La patología que predominará en los tiempos que vienen no nacerá de la represión sino de la pulsión de expresar, de la obligación expresiva generalizada.

El régimen infocrático del semiocapital funda su poder en la sobrecarga, en la aceleración de los flujos semióticos, y hace proliferar las fuentes de información hasta alcanzar el rumor blanco de lo indistinguible, de lo irrelevante y de lo indescifrable.

La hiperstimulación de la atención reduce la capacidad de interpretación secuencial crítica y el tiempo disponible para la elaboración emocional del otro, del cuerpo y del discurso del otro, que trata de ser comprendido sin lograrlo”.

“La tecnología ha sustituido así a la ideología, donde cada vez tenemos más formas de comunicarnos pero menos experiencias que comunicar, porque una existencia cada vez más tecnológica nos discapacita para experimentar otro tipo de existencia” (John Zerzan)

Aunque décadas antes Marshall Mcluhan ya advirtió este problema:

“Cuando a la tecnología alfabética le sucede la electrónica, y, en consecuencia, a lo secuencial le sucede lo simultáneo, las formas de comunicación discursiva dejan paso a formas de comunicación configuracional y el pensamiento mítico tiende a prevalecer sobre el pensamiento lógico-crítico (…) El diálogo ya no es eficaz y la democracia se convierte en un mito y se ejerce como rito”.


    De omnipotentes a invisibles (en un “sant-y-amén”) 

 


“Todo es un problema de velocidad (…) y la velocidad implica técnica” –dice Paul Virilio- argumentándolo de forma clara:

“Desde el punto de vista económico, el otro debe aparecer ahora como información, como virtualidad y, por tanto, debe ser elaborado con rapidez y evacuado en su materialidad.

La globalización es una farsa, sólo hay virtualización.

Acabamos por amar lo lejano y por odiar lo cercano porque este último está presente, porque huele, porque hace ruido, porque molesta, a diferencia de lo lejano que se puede hacer desaparecer haciendo zapping. 

Estar más cerca de quien está lejos que de quien está a nuestro lado es un fenómeno de disolución política de la especie humana.

La pérdida del propio cuerpo comporta la pérdida del cuerpo de los demás, en beneficio de una especie de espectralidad de lo lejano.

A la frase de Descartes que sostiene que la mente es una cosa que piensa, Bergson responde que la mente es una cosa que dura. Es nuestra duración la que piensa, la primera producción de la conciencia es su propia velocidad en su distancia temporal. La velocidad sería entonces idea causal, idea que precede a la idea.

Ante la situación actual de velocidad absoluta, el organismo consciente reacciona aferrándose a automatismos psíquicos técnológicos y sociales que sustituyen a la elección consciente. No hay ya posibilidad de elegir porque todo se desarrolla deprisa, porque la atención en el tiempo está saturada”.

Berardi, por su parte, acepta la “mutación cognitiva” que trae el “semiocapitalismo”, pero mantiene el optimismo para eludir su control: 

“Con el régimen de velocidad absoluta y la transmisión en tiempo real, algo decisivo se rompe en la trama misma de la realidad, en la posibilidad de producción del acontecimiento y, sobre todo, en la relación entre conciencia y proceso real.

Pero las tecnologías de la mente no son propiedad común de todos los seres humanos, sino propiedad privada de unos pocos grupos económicos mundiales extremadamente poderosos, y habría que desligar dominio y mutación. El dominio debe ser erosionado y eludido, mientras que la mutación debe ser recibida y elaborada.

Pero el aspecto más misterioso e inquietante es la mutación que afecta a la esfera de la emoción. La emoción y la palabra tienden a escindirse en esa situación.

El deseo crece en una esfera cada vez más separada de la verbalización y de la elaboración consciente y comunicable.

Las emociones sin palabra alimentan la psicopatía y la violencia. No se comunica, no se dice, no se pone bajo una mirada compartida. Se arremete, se estalla.

Las palabras sin emoción alimentan una sociabilidad cada vez más pobre, reducida a la lógica del dar y el tener”.

Scott Lash por su parte define al sujeto hipermoderno como un tipo con reflejos antes que reflexivo:

“Este individuo no lineal puede desear ser reflexivo, pero no tiene tiempo ni espacio para reflexionar. Es un “combinard”: combina redes, realiza alianzas, cierra tratos. Debe vivir, está obligado a vivir, en un ambiente de riesgo en el que el conocimiento y los cambios vitales son precarios”.

“La tendencia urbanista actual –dice Virilio- colabora decisivamente en la creación de nuevas formas de humanidad para poblar el planeta: “el transhumano”, a ejemplo de las legumbres transgénicas, mucho mejor adaptadas a su entorno que los productos naturales.

La tercermundización no está en la extensión de los territorios, está en las ciudades.

La velocidad-absoluta de las nuevas tecnologías implica la pérdida de distancia y demora, y por tanto, la pérdida de mundo.

Antes se encerraba a la gente en una prisión para que no pudiera moverse. Ahora se la encierra en la rapidez y en la inanidad de todo desplazamiento”.

“Esta obligación de fluidez, de flujo, de circulación acelerada de lo psíquico, de lo sexual y de los cuerpos es la exacta réplica de la que rige el valor-mercancía: que el capital circule, que ya no haya gravedad, es ésa la forma actual de realización del valor (…) Ahora el proceso de trabajo es la movilización constante de la atención, y las semiomercancías, que constituyen el objeto principal del consumo contemporáneo, demandan tiempo mental, atención y movilización ininterrumpida de las facultades cognitivas” –explicará Berardi-.

Es así como nosotros mismos imploramos orden para protegernos de este caos aparentemente natural. Y no faltarán “expertos” que lo “ordenen”.

“En la actualidad, y desde hace algún tiempo, da la sensación de que los acontecimientos precipitan por sí mismos, que van inevitablemente a la deriva hacia su punto de fuga: el vacío periférico de los medios de comunicación. Y así como los físicos tienen de sus partículas ya sólo una visión de trayectoria en una pantalla, nosotros ya no tenemos de los acontecimientos la pulsación, sino sólo el cardiograma” (Jean Baudrillard)

Un cardiograma que necesitará “interpretes”, de la misma manera que las señales divinas necesitaban sacerdotes, claro.

“El semiocapitalismo pone en marcha un proceso de explotación de las energías psíquicas de la colectividad, mientras que en la época industrial el objeto privilegiado de la explotación era el cuerpo.

La rebelión de los obreros industriales fue posible por el rechazo a identificar su alma (sistema interno de creencias) con el sistema externo que explotaba su cuerpo. 

Pero ¿qué sucede cuando la explotación somete al alma misma y la alienación del alma no deja espacio al extrañamiento que genera autonomía?” (Franco Berardi)

… pues que tal vez ese sea el colapso de un sistema en donde todo circula aceleradamente, y que sin resistencia alguna, termine por sobrecalentarse hasta acabar derretiéndose, gracias sobre todo a ese wo wei (no hacer) “involuntario” de las mayorías silenciosas. Es un suponer, claro :-)







Los estrategas tienen una sentencia:
no osaré representar el papel de anfitrión sino el de huésped,
no osaré avanzar un centímetro sino que retrocederé un metro.

Esto es conocido como marcha hacia adelante cuando no hay camino,
arrollarse las mangas cuando uno no tiene brazos,
arrastrar al adversario por la fuerza cuando no hay adversario
y tomar las armas cuando no hay armas”

Lao-Tsé





La realidad es que cualquier cosa que hagamos empeora la situación. 
Cuanto más elaboradas son las contramedidas más se complican los problemas”  
  
Masanobu Fukuoka



 





*Título, conclusión y edición (aperitivo, postre y decoración): postdos
  Texto refrito (comida precocinada -en casa no había otra cosa-): postdos


8 comentarios:

  1. Excelente post!! Genial la escalada hacia el paroxismo en cada subparte y la hilvanación de las citas. Se agradecería relación bibliográfica (aunque las referencias no estén muy de moda, jeje...).
    Saludos!!

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  2. Opino lo mismo. Un buen collage. Y ya se sabe, dime a quién citas y te diré quién eres.

    Un placer.

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  3. Estuve tentado de escribir las citas entre comillas sin citar al autor, como empezó a hacer JB cuando vio que ningún académico le hacía el más mínimo caso.

    Por cierto, he leído en una entrevista a Gerry Coulter que al parecer hay “una explosión de interés por Baudrillard en los estudiantes de postgrado de todo el mundo” según dice aquí :-)

    http://intertheory.org/coulter.htm


    De cualquier forma no tengo inconveniente en escribir la bibliografía... aunque la escribo de memoria y algún lapsus o error seguro que “cae”:

    La cita del principio de JB es de “El otro por sí mismo”.
    Lao-Tsé “Tao Te Ching”
    Fukuoka: “La revolución de una brizna de paja”
    David Cooper “Psiquiatría y antipsiquiatría”
    John Zerzan: “Futuro primitivo” o tal vez “Psicología de las masas del sufrimiento”

    Lo de Konrad Lorenz y lo del mismo Escohotado lo saqué de su libro: “Génesis y evolución del pensamiento científico” -que lo tiene enterito en su web y creo que es uno de los libros de la UNED para la asignatura “Filosofía y metodología de las ciencias sociales”-.

    Marvin Harris “Nuestra especie”
    Lo de Festinger lo saqué de un artículo del periódico “El mundo”

    Y el resto de un puñao de fotocopias que tengo de la Revista Archipiélago:

    Lo de Emmánuel Lizcano, de varios artículos: “Narraciones de la crisis”, “Para una crítica de la sociología de la pobreza”, y creo que también cogí algo de “Pureza, ciencia y suciedad”.
    Guillermo Rendueles “¿Miserias sociales o malestares íntimos?” -creo que era una entrevista-.
    Pierre Bourdie “El racismo de la inteligencia”
    Paolo Virno “El intelecto just in time”
    McLuhan “La galaxia Gutemberg” supongo, pero la cita la saqué un artículo de Berardi
    Virilio “El cibermundo o la política de lo peor” supongo, pero la cita también la saqué de Berardi
    Y lo de Scott Lash no tengo ni idea de donde puede proceder; era otra cita de Berardi, creo

    Franco Berardi “Mediamutación”, “Patologías de la hiperexpresividad” y algún otro artículo de la Revista Archipiélago que ahora no recuerdo. Tiene un libro de “libre acceso” en internet, titulado “Generación Post-Alfa” pero aún no lo he leído.

    Por cierto -para AV-, mirando entre los artículos de Emmánuel Lizcano en internet, hay uno que tal vez sea de tu agrado o interés, se titula “Sociedad salvaje y cultura grotesca: maneras de indivisión” -Revista Archipélago Número 1, 1989 págs, 116-122 (aunque en este otro sitio pone que es de 1988, no sé)

    http://portal.uned.es/portal/page?_pageid=93,919577&_dad=portal&_schema=PORTAL


    Bueno, si os sirve de algo todo esto para que “descubráis” algo “nuevo”... ya nos lo contaréis en algún post, supongo :-)

    Gracias a los dos.

    Saludos!!

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  4. Offtopic: punteros que igual le interesan a observer

    ACCEDER A LA FENOMENOLOGÍA DE MARC RICHIR. ALGUNAS
    CLAVES HERMENÉUTICAS PARA LA RECEPCIÓN DE RICHIR EN ESPAÑA

    http://www.uned.es/dpto_fim/InvFen/InvFen09/pdf/18_POSADA.pdf

    Número 34 de Eikasia dedicado a Richir

    http://www.revistadefilosofia.com/


    Entrevista a Mario Perniola

    http://vimeo.com/41480958

    Textos de Perniola

    http://www.marioperniola.it/site/leggitext.asp?idlingua=8


    Otro día punteros outsiders... :)


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    Respuestas
    1. muchísimas grcias!!!! me hace una ilusión increíble encontrar pensadores interesantes, ese Richir que desconozco tiene una pinta interesantísima, este fin de semana me leeré la revista!!! genial!!!

      De mario perniola leí hace unos años un librito que me regaló un amigo, creo que se llamaba "el arte y su sombra" y la verdad me pareció demasiado "italiano" (una cultura siempre presidida por la reflexión sobre la belleza, que a mí me interesa poco) pero q´tendré que retomarlo. un saludo y gracias por los links, son súper bienvenidos!!!

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  5. Interesantes links, tks!

    Pero con el tal Perniola, por ejemplo, me pasa lo mismo que con uno de los comentaristas de este blog :-) Siempre estoy de acuerdo con lo que dice, excepto con sus “conclusiones”.

    En concreto Perniola dice sobre Baudrillad que “la comprensión de lo que dice y el reconocimiento no podrán jamás provenir de las mayorías más o menos silenciosas con las que él cree estar en sintonía, sino de aquellos que forman parte de su mismo campo”, y le “acusa” de “considerase portador de instancias universales que exceden el ámbito de su campo”.

    Este asunto de campos y fuerzas tan deleuziano -con el que estoy muy de acuerdo, por cierto- ha sido desbordado -segúnd Baudrillard- por “un código” invisible que nos atraviesa a todos a través de “dispositivos de control normativos” -como bien decían Deleuze y Foucault-. Y es ahí, en esa farsa de globalización -cuya coartada es la universalidad de sus “presupuestos” (democracia, derechos humanos, sostenibilidad, verdad “científica”, librecomercio, etc.)- en donde JB retoma el concepto de “muerte” antropológico -simbólico-, y donde, convertido al sujeto en objeto normatizado -por AENOR o cualquier otro dispositivo de control- termina “burlándose” de su código ordenador. Al igual que sucede en el universo, con unas fuerzas inaprensibles e incontrolables -ya estén “dentro” o “fuera” de su “campo de inmanencia”-.

    Es una idea que nos horroriza a todos -por lo de que “cosificadora” tiene sobre los sujetos-. Pero los sujetos ya han sido -y somos- desintegrados a través de los media. Y sin ningún esfuerzo de “disolución consciente del ego” -a la que ya apelaban antiguas religiones orientales, por cierto-.

    JB no quiere concienciar a nadie, y menos aún en “su campo” de relaciones “de fuerzas”. Para nada está en sintonía con las mayorías silenciosas, tan sólo -IMHO- comprende lo que está haciendo “el código” con todos nosotros. Y observa y nos cuenta cómo “el objeto” -en el que hemos sido convertidos todos a través del cientificismo-, en su humilde opinión, va a vengarse.

    Y “casualmente” cuarenta años después, sigue acertando.

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  6. gran post, lo comentaré a fondo los próximos días pues ahora apenas tengo 10 minutos de internet... curioso que consideres que JB "predijo" algo, ello tiene implicaciones metafísicas bien graves pues se acepta que los acontecimientos son predecibles, que hay una inexorabilidad en lo que pasa... hablamos!

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  7. Efectivamente! Eso que dices es muy baudrillardiano, por cierto. Lo digo para que veas que JB también tiene su “metafísica”. Y entiendo que no te seduzca su estilo, a mí el estilo de Heidi tampoco me seduce. Cuestión de formas, supongo... lo mismo resulta que es tan transcendente “el ser” como “el parecer”.

    … o que JB y Heidi son reversibles como un jersey :-)

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