Radio RdF ep6 - Stanislav Tolkachev
Uno de los vicios más enervantes
de las grandes estrellonas del techno es la separación (en planteamiento,
medios y fines) entre las piezas “para la
pista” (más funcionales y efectivas, más clásicas en la medida en que cumplen la expectativa de un oyente
conocedor de los códigos) y aquellas otras pensadas “para ser escuchadas en casa”, mucho más ambiciosas y con pompa de
Gran Arte, como queriendo legitimar ante oídos con pedigree unas discografías
poco respetadas por su condición de “música zapatilla”. Jeff Mills siempre ha
sido muy hortero en este punto, y en paralelo a los tremendos maxis de 4x4
felino editados sin grandes ambiciones, ha querido dar a su trabajo puntuales
signos de distinción mediante
operetas cósmicas que honestamente, en muchos casos se quedan en un vulgarísimo
pastiche new age: decididamente, cuando Mills pretende ser reconocido como un
sosias silíceo de Miles Davis, aburre a las piedras. Incluso alguien de la
categoría de Surgeon, que es algo así como la encarnación de la integridad
techno, parece tener claro que sus monumentales calambrazos para el club
palidecen frente a la seriedad que quiere atribuirse con esas otras
producciones kosmische que, esta vez sí, suelen ser piezas de categoría, pero
en absoluto menores respecto a sus inigualables hallazgos en el estricto 4x4.
Se trata de una tradición muy
frustrante: de ella se induce cierta vergüenza cultural entre los maestros de
un estilo (el techno estricto) de insuficiente prestigio, cuyos esfuerzos por
construirse una discografía seria en
paralelo terminan en momentos grotesque. Por ese motivo recibimos como agua
de Mayo el trabajo de creadores trasversales a esta dicotomía, capaces de
producir piezas de riesgo en completa fidelidad a los mandatos de la pista.
Cada vez menos abundantes, este tipo de trabajos simultáneamente satisfactorios
en el contexto de una fiestaca furibunda y el de una exhibition de arte y ensayo, suponen el vivero imprescindible para que el techno
sobreviva siendo lo que siempre ha sido Uno de los más apreciables practicantes
que tenemos hoy en día de esta “tercera vía” es el ucraniano StanislavTolkachev aka Electrabel, la última gema de la fértil y contundente cantera del
nordeste europeo. Un chico que pese a llevar ya sus buenos años trabajando
todavía no ha alcanzado el respeto y reconocimiento que merece, pues como digo
es capaz de producir auténticas joyas experimentales que, por encima de todo,
se pueden bailar.
La sesión que adjuntamos brilla
como posible línea de fuga para estimular el techno del mañana, en virtud a una
idea genial y desarrollada a las mil maravillas: el recurso de arpegios y
armónicos inspirados en el Dodecafonismo, trenzando loops paralelos de
diferentes duraciones que reavivan aquel
viejo sentido de la belleza desconcertante que tan grande hizo al género en
cuestión. Surgeon y Schönberg van de la mano en esta imposible y exquisita concatenación
de riffs disonantes, atonales y de compás turbio, que suena extrañamente
clásico (la reminiscencia dodecafónica, como de banda sonora arty, es instantánea) y con ese extraño
primitivismo de la vanguardia en crudo. Hilvanando fundamentalmente composiciones
propias y sometiéndolas a todo un arsenal de filtros y ecos, el resultado es
una de las sesiones más memorables e importantes que hayamos escuchado en mucho
tiempo, de sobresaliente importancia por la potencial nueva línea de trabajo
que propone para un estilo que en ocasiones tiende a aburguesarse siguiendo
acríticamente las tendencias que marcan en Alemania. Un trabajo memorable por parte de
un productor al que conviene seguir la pista, un necesario guardián de las esencias del espíritu old school que, en cuanto tal, insiste con militancia en salir a la búsqueda del futuro.
De vuelta por estos lares, bienvuelto observer.
ResponderEliminarOk, muy bonito, aunque me gustaría añadir alguna cosilla:
ResponderEliminar1.- Dicen que el placer es el instrumento que utiliza nuestra biología para mantenernos vivos y reproducirnos -genética o meméticamente, que viene a ser lo mismo, supongo-. Un engaño, un cebo, una treta que nos guía para sobrevivir o reproducirnos. Pura seducción que diría no sé quién.
2.- Hay muchas variables implicadas en la forma en que experimentamos una vivencia placentera. Esa experimentación está influida por el aprendizaje, por cómo se ha modelado nuestro cerebro en experiencias previas.
3.- Y también dicen que el humano descubrió el queso porque estaba aburrido de beber leche, claro.
Conclusión 1: no sólo de hight techno vive el posthumano... ¿o algún positivista cree que sí?.. aunque por otro lado ¿puede un posthumano ser positivista... o tendrá otro tipo de dilemas y placeres más allá de la regresión y de la transgresión?
Conclusión 2: la transgresión queda reducida a regresión cuando es transgredida... aunque por otro lado ¿puede ser considerada la regresión como una transgresión cuando todo es considerado como transgresión?
Conclusión 3: como vivimos en una indeterminación quasi quántica, a partir de ahora se formarán determinaciones de proporciones có(s)micas, supongo :-)
http://www.youtube.com/watch?v=bi18eCuNeE8
PD: Hola, leeré con detenimiento tu “divina comedia” y a ver si me inspira -o aspira- para enviarte un post. Gracias por arrancar un nuevo proyecto... y no te sientas “coaccionado”... somos los que estamos y te “comprendemos”, aunque seguro que no estamos todos los que somos y ¡qué se le va a hacer!.. ya estarán cuando tengan que estar o no.
ains tengo que escribirte, pero al no tener interné en casa ando contrareloj total... hablamos, ya responderé con detenimiento
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