( ( (
texto post dos
imágenes denis darzacq
) ) )
Curiosamente, el final de la cultura -tal y como la
entendemos- coincide con el principio reptiliano: algo metafóricamente
unicelular.
Las nuevas instituciones a-sociales para la sociedad ya no
son para las masas sino personalizadas.
Mecanismos automáticos -o maquínicos- para reterritorializar
el territorio a gusto del consumidor cultural -osease, nosotros-. Esa
modernizada -aunque primitiva- máquina para fabricar sentido existencial e
identidad -osease, arte-.
Nuevas fabricaciones automáticas de los nuevos humanos
singulares en busca de su existencia social perdida, es decir, de su sentido
perdido -o de su sentido, sin más-.
Fabricación a la carta y a medida de las aptitudes y
actitudes de cada cual. Fabricación de su destino, pero todavía sin Historia.
La fabricación del ser humano se dio por concluida cuando
fabricó el hacha. El resto, hasta la fabricación de la bomba atómica, fue su
Historia.

Y de esta manera el ser humano ha pasado a convertirse en un
mito; una pieza de museo que hay que conservar -en reservas ecosostenibles y
autosuficientes- como la reliquia de un pasado social peligroso -como cualquier
especie peligrosa en vías de extinción-.
Por ello el destino posthumano es una deriva metafísica, hoy
por hoy absolutamente individual y singular. Su historia ni siquiera es
embrionaria puesto que aún no ha nacido. Su flotabilidad en el útero social -ya
amortajado- sigue su curso. Y no para de crecer.
Sin embargo todo nacimiento -o escapatoria- siempre es un
acontecimiento incierto, milagroso, peligroso e inesperado. Pero aunque
intuitivamente se le espere, el acontecimiento siempre ha de estar en algún
sitio gestándose, es decir flotando.
… en espera de salir a otro mundo donde pueda flotar un
poquito “mejor”, claro.
¡Qué bonito! Muy sugerentes esas palabras que bailan desencajadas dentro de las fotos congeladas. Tienen un efecto muy descongelador.
ResponderEliminarAcabo de estar mirando el "pero tú a esto le llamas arte", en busca de algún artículo que recuperar para cierto asunto sin importancia... no recordaba así el blog!!! era muy colorista y desenfadado, me divertía mucho haciéndolo, y la verdad es que cuando planteaba la presentación de los posts sólo me interesaba divertirme haciéndolo, independientemente de que fuese "divertido" o "feo". Visto en retrospectiva, aquel blog era una absoluta locura, un artefacto pop loquísimo.
EliminarSin embargo el contenido me resulta viejísimo, no me reconozco en esos textos (además que no me atrevo ni a leerlos porque me da un pudor espantoso y el paso del tiempo, el aprendizaje continuo, hace que ideas que entonces eran firmes ahora me parecen patrañas). Ahora repasaré este "la industria del placer" que ya va necesitando un cambio de rumbo. A ver qué se me ocurre... (creo que es la primera vez que repasaré el blog, no lo miro nunca me da corte, espero que me inspire hacia dónde dirigirlo...)
Renacimiento
ResponderEliminarPuede que el poder me dé
Muerte simbólicamente
Pero también pude que
En mi extrañamiento
Al poder yo le devuelva
Lo mismo que en mi sentimiento
Reversión sin intención
O más bien...
Intención de hacer irreversible
Todo lo que creemos posible
Con la intención ilusoria
De una posible victoria
Sobre la reversibilidad
Es decir, sobre la muerte
Porque vivir simplemente
Consiste en hacer posible
Toda posibilidad
Negada por necesidad
Idéntica y exactamente
A lo que significa la muerte
Que niega lo necesario
Y lo convierte en anticuario
Muerte simbólica
Contra muerte real
Renacimiento instantáneo
O agonía en un acuario
Cuestión de necesidades
No de posibilidades
Porque ya se sabe:
No existe necesidad pequeña
Sino pequeñas necesidades
(Anónimo, siglo XXI :-)
ResponderEliminarSólo un apunte:
He avanzado unas páginas en la lectura de “El intercambio simbólico y la muerte” y JB me ha aclarado una duda que expresaba en el PD2 del anterior post: la teoría y la práctica no pueden separarse, y si lo hacen, es porque el sistema social necesita una forma de acumular valor. Esto lo hace a través de una forma automática para su reproducción y para su necesidad: la transmisión pedagógica, que no podría realizarse de no poderse viviseccionar lo vivo, que no podría dividirlo en teoría transmisible y práctica de simulación... pero de lo muerto claro, de aquello que no se mueve, de aquello que ha sido congelado.
Así, en las páginas doscientos cincuenta y doscientos cincuenta y uno, dice cosas como éstas:
“El corte funda la ciencia. Es asimismo la distinción entre teoría y práctica que nace una “ciencia”, una racionalidad de la práctica: la organización. Toda ciencia, toda racionalidad, dura lo que dura ese corte. La dialéctica no hace sino adaptarlo formalmente, no lo elimina jamás. […] La empresa semiótica no es más que una forma más sutil de neutralizar la radicalidad de lo poético, y de salvar la hegemonía de lo lingüístico (rebautizado “semiótico”), no por anexión pura y simple, sino detrás de la ideología de la “pluralidad”.
[…] Es por esto que la práctica corriente no científica, tanto lingüística como social, es en cierto modo revolucionaria, porque no hace esta clase de distinciones. Al igual que nunca ha hecho la distinción del alma y el cuerpo, mientras que toda la filosofía y la religión dominantes no vivían sino de esa distinción, tampoco ahora la práctica social, inmediata, “salvaje”, la nuestra, la de todos, hace distinción de la teoría y la práctica, de la infra y de la superestructura; es de por sí, impremeditadamente, transversal, más allá de la racionalidad, burguesa o marxista”.
Muy interesante, pero sin haber leído todavía el libro y conociendo sólo explicaciones a través de papers, no comprendo muy bien a qué muerte se refiere cuando la remite al campo simbólico. En principio me parece una jugada tramposa, pues somete a todo un dominio (el simbólico) a una figura que le es foránea, que tiene lugar en otro dominio (la muerte). No comprende cómo refuta el inconsciente para luego articular toda la dinámica del valor como presidida "inconscientemente" por la sombra de la muerte.
EliminarYa digo que sin leer el libro esto que digo es papel mojado, pero veo ese mismo problema en Heidegger, que en su fenomenología afirma que la vida que "pretende que no hay muerte" es inauténtica, y sólo la aceptación consciente de la propia mortalidad permite la plenitud del ser... Es el juego de siempre, del "inconsciente", de solucionar los problemas de un determinado dominio recurriendo a algo que le está afuera, y se argumenta con la "inconsciencia". Cada vez tolero menos el uso del inconsciente, las afirmaciones del tipo "son consumistas porque, inconscientemente, temen la muerte". Me parece un método muy riguroso. A ver si consigo encontrar tiempo, fuerzas y ánimo para leerme el muerte/intercambio simbólico.
observer
ResponderEliminarQué curioso! Lo que dice JB es muy parecido a eso que dice Heidegger. Pero a mí el estilo de MH no me seduce demasiado. Le encuentro demasiado abstracto, mientras que JB me parece más conciso y divertido. Cuestión de estilos, supongo.
Por cierto, sobre el estilo de “El intercambio simbólico y la muerte” he de decir que es “farragoso” como pocos, porque sus anotaciones a pie de página son interesantísimas y se hace complicado y lento “entenderle”. Es como si tuviera que presentar una tesis en una fecha determinada y no tuviese tiempo de reelaborar el texto -un estilo muy bloguero, o muy tuyo -a veces, claro :-) También me recuerda a “Diferencia y repetición” de Deleuze, pero en otro estilo. Así que lo de los pies de página deben de ser cosa de la época, o de las tesis descomunales, no sé.
Sobre lo de la muerte y lo simbólico, tiene un pie de página bastante aclaratorio en la página nueve del libro -la diez del pdf-. Pero tal vez resulte insuficiente para aclararte todo el desmantelamiento que hace del inconsciente aplicando simplemente lo simbólico. Pero ya digo; a mí me resulta divertido leerle, y por eso tal vez no trato tanto de entenderle como de “captar” lo que intenta decir. Porque la deconstrucción que hace es colosal, y no creo ni que él mismo pueda abarcarla por completo.
Bueno, este es el trocito que sintetiza el asunto, creo:
“La muerte no debe ser entendida jamás como el suceso real de un sujeto o de un cuerpo, sino como una “forma” -eventualmente la de la relación social- en la que se pierde la determinación del sujeto y del valor. Es la obligación de reversibilidad que pone fin a la vez a la determinación y a la indeterminación. Pone fin a las energías ligadas en las oposiciones reguladas, y en esto coincide con las teorías de los flujos y las intensidades, libidinales o esquizo. Pero la desligadura de las energías es la forma misma del sistema actual, la de una deriva estratégica del valor. El sistema puede conectarse o desconectarse; todas las energías liberadas vuelven a él algún día: es él quien ha producido el concepto de energía y de intensidad.
El capital es un sistema energético e intenso. De ahí la imposibilidad de distinguir (Lyotard) la economía libidinal de la economía misma del sistema (la del valor); la imposibilidad de distinguir (Deleuze) la esquizo capitalista de la esquizo revolucionaria. Porque el sistema es el amo: puede, como Dios, ligar y desligar las energías, lo que no puede hacer (y a lo que no puede tampoco escapar) es ser reversible. El proceso del valor es irreversible. Por lo tanto, sólo la reversibilidad y no la desligadura, ni la deriva, resulta mortal para él. El término de “intercambio” simbólico no quiere decir otra cosa”.
Ayer cogí en la biblioteca "El intercamnio imposible", que me viene bárbaro porque está compuesto por una serie de textos más o menos autónomos cuya extensión va como un guante a los interludios que dedico a leer. Casi todo lo que va diciendo tiene mucha pegada, me gustó especialmente el texto sobre el destino, sin embargo IMHO le pierde lo literario... es que yo soy de ciencias, no de letras, y me gustan los escritores muy fríos, muy secos. Por ejemplo uno de los capítulos termina con una sentencia que viene a decir "el problema de la filosofía no es explicar por qué hay algo y no más bien nada, sino por qué no hay nada y no más bien algo"... Una afirmacion metafísica demasiado cañera como para soltarla sin argumentarla escrupulosamente. De todos modos, la "nada" de la que habla constantemente me resulta muy extraña, no sé si es fenomenológica o qué. Tengo que seguir "trazando" en mi cabeza su sistema de pensamiento, porque tiene un sistema.
EliminarHeidegger para mí escribe de una manera impresionante, es como Kant o Hegel, los lees y cada frase tiene la precisión y rigor de un teorema, cada palabra está puesta en su sitio. El "estilo" de Heidegger es como el estilo que pueda haber en un libro de cálculo integral, lo cual me parece muy envidiable. Quién pudiese escribir con tanta seriedad!!! Pero lo simpático de Heidy en mi opinión es que en el fondo era un místico, bajo esa textura tan severa y autista de su retórica hay un auténtico "espiritualista". Para mí la clave para leerle es tener siempre presente que lo que él hace es fenomenología, que cuando habla del ser o el pensar lo hace desde el punto de vista de la experiencia, de cómo se presenta el tiempo o el espacio o los afectos. Me encanta por el subtexto salvajemente teológico IMHO, es muy muy místico aunque los lectores más serios argumentarán que esto que digo es una barbaridad. Seguimos.
- observer
ResponderEliminarAyer terminé de leer el famoso ISM. Baudrillard es muy puñetero, así que su idea central está al final del libro – a partir de la página doscientos cincuenta y dos “El witz, o el fantasma de lo económico en Freud”.
La idea de JB es que todo tiende a su desaparición. O dicho de otra manera: que la antimateria está actuando y desarrollándose siempre, de la misma manera que la materia. Por eso se nos hace tan importante encontrar sentido a ese sinsentido, porque nosotros también somos a la vez materia y antimateria. Y así lo explica JB:
“Donde los antiguos decían el fuego, el agua, el aire, la tierra, nosotros decimos: el lenguaje, el inconsciente, el cuerpo. […] Es necesario darle a todo esto un vuelco: es a condición de ver que el fuego, el agua, la tierra, el aire, no son ni valores, ni elementos positivos, que son metáfora de la disolución continua del valor, del intercambio simbólico del mundo -que no son sustancias, sino antisustancias, antimaterias- y en este sentido es que puede decirse que el lenguaje se les une cuando se le sustrae a la lógica del signo y del valor.
[…] En la operación simbólica no hay referencial materialista, ni siquiera “inconsciente”. Es, por el contrario, una operación “antimateria”.
PD: como muestra de este devenir “de suma cero” he encontrado hoy este par de noticias, que hacen del decrecimiento y de la renta básica -ideas “ultraizquierdistas”-, una aplicación casi obligada para mantener el “status quo” de los “derechistas” -y de los "izquierdistas", claro-. ¡Menuda paradoja!
http://es.noticias.yahoo.com/rajoy-mantendr%C3%A1-la-ayuda-los-parados-hasta-que-101929657--spt.html
http://www.noticiasdenavarra.com/2013/01/23/opinion/tribuna-abierta/39preferiria-no-hacerlo39-reparto-del-trabajo-y-desobediencia-civil
ResponderEliminarUn apunte más... aclaratorio.
He encontrado un pie de página del ISM que puede ser más conciso sobre el asunto de “la metafísica”:
“Toda materia es una materia prima. Es decir, que su concepto no surge sino en función de un orden de producción. Todos aquellos que se quieren “materialistas” (científicos, semióticos, históricos, dialécticos, etc.) deben recordarlo. Inclusive el materialismo sensualista del siglo XVIII es el primer paso hacia una “liberación” del cuerpo según la función/placer, como materia prima de una producción de placer.
La materia no es otra cosa que fuerza productiva. Pero la producción, por su parte, no tiene nada de “materialista”, ni de idealista, desde luego. Es un orden y un código, un punto, eso es todo. Lo mismo la ciencia: es un orden y un código, no es ni más ni menos “materialista” que la magia o cualquier otra cosa”.