Al principio fue el odio. Algo se separó de lo que estaba unido. Algo
que luego quiso volver a unirse, pero que ya no podría volver a hacerlo en la
misma forma.
O también -aunque a mí no me encaje tanto- pudiera ser que:
Al principio fuera el amor. Algo que se unió a algo de lo que estaba
separado. Algo que luego quiso volver a separarse, pero que ya no podría volver
a hacerlo en la misma forma.
El caso es que los “puentes” de la dialéctica sólo pueden
ser dos. Modulados además por un cambio de forma, es decir, por un
acontecimiento de separación o de unión.
Desde el punto de vista de la teoría-ficción, bien pudiera ser
posible que la materia y la antimateria primigenias estén metafóricamente
transmutadas en todo lo que habita nuestro universo conocido.
En nuestras subjetividades, nuestras relaciones, nuestras
producciones y destrucciones, nuestros hábitos y originalidades. Todo, por
extensión, bien puede ser visto como una danza dual. Bien o mal avenida.
Bailando bien o mal, al universo le da igual.
Volviendo al tema que nos ocupa, la dialéctica sería IMHO un
sistema de relaciones, en el que varias partes “encontradas” -en ambos
significados del término-, tratan de reconciliar, de armonizar, o al menos de
hacer posible la existencia de contrarios sin su aniquilación inmediata
-contrariamente a lo que le ocurre a la materia en su encuentro con la
antimateria, según los físicos-.
El amor y el odio, serían de este modo concebidos, como una
especie de materia y antimateria emocional que dio forma a lo que entendemos
como animal. Animal que evolucionó hasta convertirse en simbólico, es decir,
hasta convertirse en el animal anteriormente conocido como humano (en adelante
AACCH :-)
Pero la historia de AACCH no ha durado ciertamente
demasiado. Debido sobre todo a que “lo bueno”, al ser posible identificarlo
simbólicamente como bueno, se impuso sobre “lo malo” hasta hacerlo desaparecer.
Ahora bien, una vez conseguido que “lo malo” desapareciera,
al sentido de la existencia de “lo bueno” no le queda otro camino que ir
“puliendo”, es decir, ir haciendo desaparecer más y más sus imperfecciones...
hasta desaparecer también. Porque algo “malo” siempre queda. ¡Menuda paradoja!
Ya decía Sartre que todo grupo es un grupo juramentado. Hace
un juramento contra algo, y cuando “el enemigo” -que mantiene unido al grupo-
es excluido o eliminado, el grupo tiene la necesidad de buscar otro enemigo
para no disolverse. Enemigo que será encontrado -o más bien “producido”- dentro
del mismo grupo si es necesario. “El juramento es el temor permanente a la
dispersión inicial” decía Sartre.
Pero ojo con esta idea, porque también puede servir para organizar
el funcionamiento de cualquier otro tipo de organismo. Bien sea humano o
completamente inhumano.
Lo más curioso de todo, es que contrariamente a lo que solemos pensar, en la lógica energética del amor y del odio, siempre triunfa el odio sobre el amor, porque odiamos aquello que amenaza lo que amamos en mucha mayor medida que amamos aquello que amenaza lo que odiamos. Por ello el odio creo que es mucho más energético que el amor. Y además, como decía Ciorán: “No estás muerto cuando dejas de amar, sino deodiar; el odioconserva”... “Sólo es subversivo el espíritu que pone en tela de juicio la obligación de existir. Buscar un sentido a lo que sea es menos obra de un ingenuo que de un masoquista”.
Es decir, que existir consiste en querer dejar de existir.
Me explico: siempre estamos moviéndonos por hacer desaparecer aquello que
amenaza nuestro equilibrio, nuestro bienestar... nuestra ansiada inmobilidad,
es decir, nuestra inexistencia. Bien porque tengamos hambre, sed, frío,
calor... o lo que sea. Así que habría que tener cuidado y “sospechar” mucho de
cualquier tipo de “comodidad”. No en vano Bill Gates ya dijo que “la clave del
éxito consiste en hacer la vida más cómoda para los demás”.
Ahora bien, con esto yo no estoy diciendo que odie el amor,
y mucho menos que ame el odio. Lo que quiero decir con esto es que las
formas de relacionarnos con los seres humanos, con los otros animales, con las
plantas y con las cosas, efectivamente es dialéctica, modulada por nuestros
afectos y nuestros desafectos. Y que de la misma manera que la materia y la
antimateria tienden a anularse en su encuentro, nosotros tendemos a hacer
desaparecer al “otro” muy evidentemente con nuestro odio -eso está claro-, aunque mucho
más sutilmente con nuestra seducción amorosa. Pero justo en la misma medida que
tendemos a hacernos desaparecer a nosotros mismos con nuestro evidente amor
al “otro” -e incluso con nuestro odio, bien sea éste evidente, sutil o inconsciente-.
Por tanto, la unión y la separación son las dos caras de una
misma moneda, o si se prefiere, las dos formas de configuración de cualquier
universo “a-parecido”.
Aunque también, claro está, podemos construir un puente de
doble sentido por el que separarnos y unirnos a voluntad con el “otro”: un
puente dialéctico. O como diría un físico teórico actualizado en partículas
subatómicas: “un túnel de gusano interestelar” -¡qué cosas descubre la ciencia!
:-)
Sin embargo, por mucha teoría-ficción que hagamos, nadie
puede dejar de hacer lo que hace. Desde la partícula más pequeña hasta la
antipartícula más grande, todos -incluido el AACCH- bailamos una canción cuya
música vamos componiendo y tocando nosotros mismos, pero que paradójicamente no
tiene letra, puesto que su significado -como cualquier otra partícula al
encuentro con su antipartícula- se anula
en el espacio vacío del tiempo. Es decir, en el devenir. Y tan sólo sirve para
movernos -que ya es bastante-.
De modo que efectivamente, como dicen los de Tiqqun, sin
duda “la próxima revolución será musical” :-)
“
En mi modesto cuestionamiento de la ilusión de la realidad no hago una suma cero ni un relativismo de los valores. Existe, sí, un desafío a la realidad: ¿qué le ocurre al pensamiento si nos situamos en los extremos, en los fenómenos extremos? ¿Sigue habiendo pensamiento a ese nivel? No existe en rigor una respuesta.
En mi modesto cuestionamiento de la ilusión de la realidad no hago una suma cero ni un relativismo de los valores. Existe, sí, un desafío a la realidad: ¿qué le ocurre al pensamiento si nos situamos en los extremos, en los fenómenos extremos? ¿Sigue habiendo pensamiento a ese nivel? No existe en rigor una respuesta.
Si el pensamiento es
un desafío, éste debe de ser experimental. Es más bien un pensamiento que
intenta explorar un terreno desconocido con otras reglas de juego. Eso no es
ser “nihilista”, en el sentido en que el nihilismo significa que ya no hay
valores, ya no hay nada real, sólo signos. La acusación de nihilismo y de
impostura siempre se refiere a eso.
Pero si tomamos el
nihilismo en su sentido radical, de un pensamiento de la nada, que partiría del
axioma “¿por qué hay nada en lugar de algo?”, dándole la vuelta a la pregunta
filosófica fundamental, la pregunta del ser: “¿por qué hay algo en lugar de
nada?”, entonces sí que quiero ser nihilista
"
"
Jean Baudrillard (El paroxista indiferente)
Muy ingenioso el post, que no he podido editar con mucha calma: pensaba ampliarlo con mi propio punto de vista hasta dar lugar a un nuevo "bipolares" pero no logré cuadrar mis argumentos.
ResponderEliminarResumo especulando con que superar la antítesis de amor y odio dialécticamente exigiría negar la suma de ambas, es decir la indiferencia, con lo que deduzco que amor y odio son los polos de una misma serie que sería "la diferencia". Amar no se opone a odiar, sino que ambos se oponen a indiferenciar. Matizaría cierta equivalencia que propones entre "odio" y "separación"; pues el odio es una fuerza atractora muy potente.
Peeeeeero... reconozco que me hubiese gustado ser capaz de estirar el tema estirándolo hacia el problema del "sadomasoquismo", suficientemente embarazoso como para poner en cuestión la escisión histórica del Amor y el Odio: ¿acaso en realidad ambas emociones no sean más que simulacros de una misma sustancia? Ese problema me interpela no sólo por motivos personales (yo mismo soy sádico y masoquista, y todos los que me rodean lo son también, por más que lo nieguen) sino por sus implicaciones sociales, ontológicas, etc. Si placer y displacer son esencialmente indiscernibles, me quedo sin argumentos para entender el mundo. Ilustré el post con imágenes de lava por su ambiguedad en ese sentido: es energía pura, creativa y destructuva, bella pero letal, caótica pero ordenada. En fín, amor y odio, todo un problema...
Très joli!! Tu sistema de edición actual sigue siendo sugerente y eficaz. No creo que esté agotado todavía. Al menos a mí, todavía me gusta. Aunque ya sé que por falta de tiempo no puedes desarrollar todas tus "potencialidades artísticas" -como tu dices :-)
ResponderEliminarLo de que amor y odio se oponen a indiferencia... ok, de ahí que yo proponga que estamos pasando a una era indiferente o posthumana. Pero con el asunto ese del sadomasoquismo, efectivamente, yo tampoco creo que los objetos tengan ganada la partida. Ni mucho menos.
http://www.youtube.com/watch?v=ma5Ta78Z-bs
ResponderEliminarVilalba en fiestas? By the way, suerte con el Milan. La vais a necesitar ^_^
EliminarPor cierto que este año estoy que trino con Benzema, el año pasado hizo una campaña brutal con una elegancia increíble, ahora el mongol se dedica probablemente a cepillarse a todas las nínfulas que se le ponen a tiro y sobre el césped está irreconocible. Del Barça lo poco que ví este año me gustó mucho el juego de Cesc, en principio le odiaba por su careto de pirolo y algunas declaraciones bastante gilipollescas, pero el pollo lo hace muy bien, es listo como un demonio y mueve la pelota con elegancia. No estoy viendo nada de fútbol, para mí ha perdido un poco de interés y además el Madrid es un coñazo, sólo se salvan cr7 Ozil y xabi, el resto son un coñazo.
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