Beyond the Black Raimbow, film de Panos Cosmatos, 2010
El tiempo ha venido
demostrando que los hallazgos conceptuales y formales ideados por las
vanguardias terminan por ser incorporados a la cultura
popular en el momento y el lugar más insospechados, y a menudo
reinterpretados y recontextualizados de un modo muy diferente al
esperado en origen. La historia del arte funciona mediante
transferencias locas de imaginarios, a su propio ritmo, y sin que
haya lugar para la impaciencia, pues muchas grandes ideas han
necesitado décadas hasta que el mundo estuviese preparado para
asimilarlas. Por más que la modernidad haya jugado siempre a
mimetizarse con la urgencia de cada ahora,
lo cierto es que las obras de riesgo son un mensaje en una botella
lanzado al mar de la historia, sin destinatario definido y cuyo
despegue tendrá lugar dónde, cómo y cuándo se den las condiciones
necesarias para su desarrollo. En arte no hay fracaso: en todo caso,
éxito diferido. Tal vez en la radiofórmula del mañana se programe
a Derek Bailey y música concreta, los oficinistas perezrevertianos
lean metapoesía deconstruída, y Zara venda ropa inspirada en la
costura belga de los noventa. Siempre hay que esperar, a ver por
dónde irrigará cada creación nueva.